Homenaje a Pirandello en el Teatro Akadèmia
Este nuevo Akadèmia inició su andadura con el estreno de “L’home de la flor als llavis”, un espectáculo basado en “L’uomo dal fiore in boca” de Luigi Pirandello
Entramos en el Teatro Akadèmia y nos encontramos con la sorpresa de que, en una época tan desapacible y poco propicia a aventuras teatrales como la que estamos viviendo ahora mismo, se ha procedido al reacondicionamiento interior de este pequeño, pero acogedor local escénico. La redistribución del espacio dedicado al público ha permitido que los espectadores se sitúen más adecuadamente en torno al núcleo central en el que se desarrolla la acción escénica y además se ha conseguido que los bancos corridos en los que toman asiento resulten más confortables.
Este nuevo Akadèmia inició su andadura con el estreno de “L’home de la flor als llavis”, un espectáculo basado en “L’uomo dal fiore in boca” de Luigi Pirandello, cuyo texto ha reelaborado Mario Gas -que dirige, además, la función- conjuntamente con Alex Casanovas, Montse Guallar y Xavier Ripoll, que son, a la vez, sus intérpretes. El montaje se basa en unos personajes que son el propio Pirandello, su musa la actriz Marta Abba y el novio intermitente de esta, que habría sido un tal Fuggero Salvi, de incierta trayectoria. Todo ello se articula en forma de un diálogo entre el escritor y la actriz basado en la correspondencia habida entre uno y otro, y unos monólogos (los de Ruggero, el desconocido viajero que espera la llegada del tren en la misma estación que el escritor -un texto éste acaso excesivamente largo- y, en fin, el mismo Pirandello en una coda final en la que describe su peripecia vital olvidando, por cierto, hacer referencia a algún aspecto conflictivo, tal el de su adhesión a Mussolini y al fascismo (que Ruggero evoca ladinamente cantando unos compases de Giovinezza).
Pero mucho más allá del texto -quién soy yo para enjuiciar a Pirandello- hubo algo que resultó excepcional cuando asistimos un día sí y otro también a espectáculos teatrales que resultan poco menos que incomprensibles porque sus intérpretes o bien se expresan atropelladamente, muchas veces diciendo textos cuyo autor se empeña en llevar al escenario un lenguaje pretendidamente “normalizado” o callejero, o bien recitan tan quedamente que más parece que hablan para sí mismos. Recuerdo con pavor una función cuya protagonista -era un monólogo- musitaba tan bajo que me fue imposible captar poco más de un diez por ciento de lo que decía ¡y eso que era en un espacio teatral de no más de cien metros cuadrados! Por el contrario, los tres intérpretes de “L’home de la flor als llavis i…” -Casanovas, Guallar y Ripoll- no gritan, ni musitan, sino que hablan a un nivel adecuado para que se les oiga sin dificultad hasta en el último rincón de la sala, y lo hacen en una voz agradable, un lenguaje bien vocalizado y una pronunciación excelente, en fin, impartiendo una verdadera lección de interpretación, que buena falta nos hacía presenciar cuando ya casi habíamos perdido todas las esperanzas. El Akadèmia sigue fiel, pues, a su línea de ejercer, velis nolis, una actividad teatral que va más allá del entretenimiento para alcanzar la categoría de magisterio.
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