Georgia, oh Georgia
No, no, no, no, no peace I find
Just an old sweet song
Keeps Georgia on my mind
Hoagy Carmichael, 1930
That Georgia's always on
My, my, my, my, my, my, my, my, my mind
Lennon & McCartney, 1968
La noticias provienen de la Georgia sureña norteamericana, no de la patria caucásica de Iósif Stalin o Laurenti Beria. La victoria por un puñado de votos (50,5% - 49,5%) de los candidatos demócratas al Senado tendrá una efecto crucial en la política estadounidense de los próximos dos años y, por ende, en el (des) orden global. Joe Biden dispondrá de mayorías operativas en ambas cámaras del Congreso que le permitirían implementar sus políticas --cuando menos-- hasta las próximas midterm elections en noviembre de 2022. Estas quizá podrían corregir el empate entre republicanos y demócratas (50/50 senadores), si el contragolpe trumpista toma cuerpo en el inmediato futuro. Existen serias dudas de que así, después del intento insurreccional en Capitol Hill el día de la Epifanía.
Ahora el voto cualificado de la vicepresidenta Kamala Harris podrá decantar en caso de empate las iniciativas legislativas de Biden. Pese a una reducida mayoría, la mayoría demócrata en la Cámara de los Representantes bajo el liderazgo de la insumergible octogenaria Nancy Pelosi también augurará una apoyo estable al nuevo presidente.
Quizá el lector considere excesivo aseverar que el socialismo extremista salió vencedor en la elecciones senatoriales de Georgia. Pero no se trata de una fake news de última hora. Corresponde a las propias declaraciones de la derrotada candidata republicana Kelly Loeffler, quien durante la campaña electoral insistía en que el socialismo se adueñaría de los USA si su contrincante afroamericano, el Reverendo Raphael Warnoch, pastor en la Iglesia Baptista donde predicó el Dr. Martin Luther King en Atlanta, ganaba las elecciones. Los sombríos vaticinios de la millonaria candidata, a quien también se la conoce por sus oponentes políticos como KKKelly por sus simpatías por el Ku Klus Klan, se han llevado a efecto.
Empero, la derrota de los candidatos republicanos no implicará la imposición en Georgia de un modelo político como el que abogaron Stalin y Beria en la homónima república del Cáucaso.
Mucho se habla equivocadamente en los últimos tiempos de polarización. Sería más ajustado precisar que se trata una confrontación provocada por la derecha reaccionaria, la cual hace suyo la máxima de ‘cuanto peor mejor’ para avanzar en sus intereses de dominación económica. A resultas de tal confrontación se pretende forzar una polarización en todo momento y sin descanso. Así, se trataría de desatar toda clase de improperios y de articular falacias sin fin para acceder y mantener su influencia en el gobierno y en las instituciones de poder. La derecha intolerante no duda en regalar los oídos de aquellos electores que sólo esperan de sus políticos la victoria electoral a toda costa. Son votantes a ‘piñón fijo’ dispuestos a dar alas a un populismo irrefrenable y alucinante en el que la mentira campa a sus anchas. El propósito es asegurarse votos cautivos, como los racistas de Savannah (donde por cierto han perdido los republicanos), o los frustrados rednecks de la América profunda, nostálgicos de unos EEUU que mandan y controlan el mundo.
El populismo imperante en USA, así como en otras latitudes, debe ser calificado de ‘reaccionario’, pues es precisamente lo que pretende: regresar a una posición anterior en la que el poder y la hegemonía social les pertenecía de forma incontestable. A tal fin se despliegan las prácticas conocidas como winner-takes-all, características de los países de anglosajones y de sus políticas de confrontación (confrontational politics), y basadas en la regla mayoritaria del 50+1. Sus proponentes tratan de imponer un modelo del cual bien haríamos en alejarnos en el Viejo Continente.
Paradójicamente, el Brexit podría haber facilitado nuestro alejamiento de la polarización al haber consolidado nuestra preferencia por las políticas de regulación y el necesario acuerdo interpartidario para cimentar nuestra unidad en la diversidad. Sean de agradecer la convicción y decencia que han desarrollado el equipo negociador de Michel Barnier en las últimas rondas de la formalización del divorcio UE-UK. En nuestra hoja de ruta debe ser siempre prioritario mantener nuestro Modelo Social Europeo apuntalando el Estado del Bienestar. El populismo reaccionario quiere eliminarlo sin concesiones, no se olvide; aunque ello se pretenda llevar a efecto torticeramente con la justificación circunstancial de la mitad más uno de los electores o decisores de turno.
Ya ven Uds. como el mundo va hacia la confrontación --la guerra civil como comentábamos en nuestros anterior artículo sobre ‘El dilema social’-- porque no sólo se quiere ganar sino arramblar con todas las apuestas e intereses en juego y destruir al adversario convertido en enemigo, y al que se debe fusilar si llega el caso. Se trata de una deletérea axiología civilizatoria que no hace ascos a la ceremonia de confusión de llamar ‘socialistas’ a los que se autodefinen ‘liberales’, según la propia jerga política estadounidense establece. Bien harán los países miembros de la UE en aunar en mayor medida sus esfuerzos, como ya certificaron con su comportamiento electoral en las pasadas elecciones europeas de mayo de 2019.
Entonces, la premonición preelectoral de que los euroescépticos xenófobos, populistas, ultranacionalistas (con y sin estado) o los parafascistas de extrema derecha pondrían en almoneda a la UE no se materializó. En realidad, dos de cada tres eurodiputados electos manifestaron querer una UE cada vez más unida, tal y como auspiciaron los padres fundadores en el Tratado de Roma de 1957.
Feliz año 2021, y vacúnense por favor.
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