Los escombros de Chernobil se están recalentando, y los expertos no saben por qué
El hecho de que el material en descomposición que necesita ser analizado se encuentre bajo los escombros y el pesado pavimento de hormigón hace que tanto las investigaciones detalladas como las posibles soluciones sean difíciles de obtener.
Entre la profundidad de los escombros de la planta de energía nuclear de Chernobil aún quedan recuerdos de la explosión que puso la piel de gallina al mundo entero hace 35 años. Ahora, expertos están intentando descifrar qué hacer para que no haya otra explosión.
Incendios en Chernobyl - Europa Press
Durante los últimos años, un sensor que recuenta las emisiones de neutrones en las profundidades de los escombros de la planta de energía nuclear de Chernobil ha ido registrando un aumento gradual de la actividad.
El hecho de que el material en descomposición que necesita ser analizado se encuentre bajo los escombros y el pesado pavimento de hormigón hace que tanto las investigaciones detalladas como las posibles soluciones sean difíciles de obtener.
Según Richard Stone, de la revista Science, los investigadores del Instituto para Problemas de Seguridad de las Plantas de Energía Nuclear (ISPNPP) en Kiev, Ucrania, todavía tienen que determinar si el aumento de los neutrones presagia un desastre inminente, o si es una pequeña tormenta en un desierto de arena: "no estamos nada seguros, pero no podemos descartar la posibilidad de un accidente", dijo Maxim Saveliev, del ISPNPP, a Stone.
En lo que se clasifica como el accidente nuclear más devastador de la historia, una caída inesperada de la energía durante una prueba de seguridad provocó que el reactor de la Unidad Cuatro del complejo de Chernobil sufriera un colapso catastrófico a finales de abril de 1986. Las explosiones de vapor comprimido provocadas por el colapso del recinto esparcieron una capa de material radiactivo en toda Europa. En consecuencia, se cree que decenas de miles de personas murieron prematuramente.
Dentro de las habitaciones y pasillos de la derribada instalación, el combustible de uranio sobrecalentado se recolecta en piscinas donde es mezclado con revestimiento de circonio fuera, barras de control de grafito y arena licuada, hasta producir una lava infernal que con el tiempo se solidifica en monolitos de materiales que contienen combustible o FCM.
A lo largo de las décadas, los isótopos de uranio han seguido ocasionalmente liberando neutrones de sus núcleos. De estos, aquellos que se acercan demasiado al núcleo de otro isótopo, corren el riesgo de alterar su propio delicado equilibrio, liberando más neutrones. Si hay una concentración suficientemente alta de átomos, la reacción en cadena de los neutrones liberados puede generar cantidades industriales de energía en un corto periodo de tiempo. Y las consecuencias de esto son potencialmente explosivas.
Aunque los neutrones liberados por el calor de un átomo de uranio se mueven generalmente demasiado rápido para ser capturados fácilmente, si los neutrones se ven obligados a atravesar medios como el agua su paso se afloja. Es entonces cuando tienen más posibilidades de adherirse a un núcleo y desencadenar su propia descomposición.
Teniendo esto en cuenta, no debería sorprender que las tasas de fisión aumenten si los niveles de humedad y agua suben. Durante años, las ruinas de la Unidad Cuatro han sido semi-expuestas a los elementos naturales, sepultadas bajo un sarcófago erigido con prisa conocido como El Refugio, permitiendo que el agua se filtrara hasta los escombros y el material radiactivo.
En 2016, con miedo a que la lluvia pudiera hacer que la fisión de los FCM se acelerara, se completó una cubierta más robusta de la planta. Aunque la New Safe Confinment (NSC) consigue mantener todo más seco, el espacio del antiguo reactor de la Unidad Cuatro, que en su momento fue la habitación 305/2, sigue vibrante, y las emisiones de neutrones siguen aumentando, aunque más lentamente, de forma significativa.
Suponiendo que la NSC realmente consiga mantener los escombros secos, no está claro por qué sigue habiendo un aumento de neutrones. Según el cálculo del ISPSPP, es posible que esta particular mezcla de materiales haya tenido aún más facilidad para generar reacciones en cadena de neutrones mientras el espacio se deshidrata.
De este modo, mientras el área se va secando lentamente, algunas preguntas quedan pendientes de respuesta: ¿Por qué está pasando? Y, sobre todo, qué hacer al respecto? Sumergir los escombros en nitrato de gadolinio podría ser complicado, igual que lo sería aproximar un sensor dedicado a la fuente de los neutrones, más allá de los obstáculos que podrían estar interfiriendo con las mediciones.
Aunque el riesgo de amenaza en un futuro próximo es bastante bajo -y aunque los peores posibles escenarios no tengan comparación con la catástrofe de 1986-, el delicado estado de los FCM, y el hecho de que se crea que la habitación 305/2 todavía contiene la mitad del combustible original del reactor, significa que una pequeña explosión podría soltar desechos radiactivos suficientemente lejos como para complicar su contención.
Hay planes en marcha para una limpieza del combustible, con una instalación de almacenamiento provisional a la espera de una licencia del regulador de uranio. Por ahora, pues, no se puede hacer mucho más que esperar a que el tic-tac de la cuenta atrás de Chernobil no llegue a cero.
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