Lula o Bolsonaro: Dos modelos antagónicos de país se disputan la victoria en las elecciones de Brasil
Más de 156 millones de electores (697 mil están registrados en el exterior) están habilitados para elegir presidente y vicepresidente, renovar totalmente la Cámara de Diputados (513), un tercio del Senado Federal (27 senadores), escoger 27 Gobernadores y 1059 Legisladores estatales
Brasil celebra este domingo la primera vuelta de las elecciones presidenciales del país. Dos de los principales favoritos, Lula da Silva y Jair Bolsonaro, se la jugaron en este primer envite. Según las últimas encuestas, entre los dos se reparten el 80% de intención de voto. Si ninguna de las opciones consigue la mayoría absoluta, es decir, más del 50% sin contar los votos blancos y nulos, se irá a la segunda vuelta el 30 de octubre.
Más de 156 millones de electores (697 mil están registrados en el exterior) están habilitados para elegir presidente y vicepresidente, renovar totalmente la Cámara de Diputados (513), un tercio del Senado Federal (27 senadores), escoger 27 Gobernadores y 1059 Legisladores estatales. El voto es obligatorio (entre 18 y 70 años) y desde 1996 se vota electrónicamente vía la urna electrónica, instrumento que es seguro, confiable (79% confía en ella), transparente y auditable.
De un lado, Luiz Inácio Lula da Silva, del Partido de los Trabajadores (PT), conquistaría el 50% de los votos. Del otro, Jair Bolsonaro, del Partido Liberal (PL), con el 36% de intención de voto, según Datafolha. El número de indecisos, a diferencia de las últimas presidenciales de Colombia, Chile o Perú, no supera el 4%.
El líder del Partido de los Trabajadores, de 76 años, llega a estas elecciones tras la anulación de sus condenas por corrupción. Lula fue condenado en 2017 a nueve años y seis meses de prisión por delitos de corrupción y blanqueo de capitales, una sentencia que en enero de 2018 se amplió a 12 años y un mes. La candidatura de Lula ha conseguido importantes respaldos, algunos de ellos inesperados. El rechazo del 52% a Jair Bolsonaro es el principal motivo que explica los apoyos.
Lula representa una candidatura anti-Bolsonaro, que va mucho más allá del apoyo a las ideas del Partido de los Trabajadores y a su principal figura política. Fernando Henrique Cardoso, presidente de Brasil entre 1995 y 2002 y líder del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), histórico adversario político del PT, fue el primero en mostrarse con Lula en mayo del año pasado.
Jair Bolsonaro, de 67 años, busca renovar su mandato. De no conseguirlo, sería la primera vez desde el retorno a la democracia que un presidente en funciones que se presenta a la reelección no la consigue. Esta es la primera ocasión en la que el ultraconservador Bolsonaro compite directamente con Lula. En estas elecciones, Bolsonaro se presenta por el Partido Liberal, aunque ha sido durante gran parte de su gestión un presidente sin partido.
La principal dificultad en este primer tramo de campaña ha sido para Bolsonaro elevar el suelo de aprobación. El presidente de Brasil tiene buena acogida entre los grupos evangélicos, sobre todo entre los hombres. También entre los más ricos y los habitantes de la región Sur.
En total se inscribieron 12 candidaturas a presidente, pero quedaron 11. Ciro Gomes, por el Partido Democrático Trabalhista (PDT), con una propuesta de centro, se ubica en un lejano tercer lugar con el 7% de intención de voto.
Simone Tebet, de 52 años, es la cuarta en intención de voto. Con un 5% en intención de voto, Tebet tiene casi nulas opciones de llegar a la segunda vuelta electoral. Tebet es candidata a presidenta por el tradicional Movimiento Democrático Brasileño (MDB), identificado con el llamado centrão.
CAMPAÑA CON VIOLENCIA
Ha sido una campaña llena de ataques -que volvió a repetirse con fuerza en el último debate del jueves en la noche- y vacía de propuestas sobre todo de parte de Lula y de Bolsonaro. Lula ha criticado al presidente por su mal manejo de la pandemia, de la Amazonía y de la economía, apelando a la memoria de un “pasado mejor” (cuando fue presidente) y a la promesa de que si vuelve “hará más y mejor”, pero sin entrar en detalles. Es consciente de que en caso de ganar, la situación interna e internacional será mucho más compleja y adversa que cuando llegó al poder en 2003.
Bolsonaro, por su parte, ha atacado duramente a Lula por sus escándalos de corrupción, y ha puesto foco, en los últimos meses, en lograr recuperar la economía, bajar la inflación, reducir el desempleo, e inyectado una cuantiosa cantidad de dinero en los bolsillos de los más necesitados (Plan Auxilio Brasil) con propósitos electorales.
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