Bruguera recupera “Los 200 primeros casos de Mortadelo y Filemón”
Una excelente antología de las primeras historietas creadas por Ibáñez de los personajes más populares de los tebeos infantiles
Las historietas ilustradas son el alimento literario de varias generaciones de lectores de toda edad no solo en España, sino en medio mundo. Y cuando todavía había fronteras y la invasión de la obra de autores foráneos resultaba complicada y escasa, eran los propios dibujantes españoles quienes cubrían esta carencia y lo hacían con plena competencia y habilidad. Fueron años gloriosos en los que menudearon los tebeos que llenaron nuestro años mozos de fantasía y diversión con personajes cuyas aventuras devorábamos semanalmente y cuyo recuerdo permanece indeleble en nuestra memoria.
Desaparecidas aquellas revistas e incluso las empresas que los editaban, buena parte de aquel patrimonio ha podido ser recuperado y, en algunos casos, reeditado. Ello ha permitido, por ejemplo, salvaguardar algunos personajes emblemáticos, como fue el caso de Mortadelo y Filemón, una pareja de detectives absolutamente surrealistas y desopilantes, obra de Francisco Ibáñez, cuyas peripecias aparecieron por primera vez en el número 1.394 de la revista Pulgarcito de correspondiente al 20 de enero de 1.958.
Su creador, originariamente perito mercantil y empleado del Banco Español de Crédito, fue un dibujante vocacional que empezó a publicar a principios de los años cincuenta en tebeos como Nicolás o La Risa -que recuerdo perfectamente haber leído- para pasar en 1957 al imperio editorial de la familia Bruguera. Fue aquí donde se consolidó su quehacer con una amplia gama de trabajos de los que las aventuras de los citados detectives han sido las más famosas aunque en su haber cabe citar otras también exitosas series como las de “La familia Trapisonda, un grupito que es la monda” o “13 rue del percebe”, una genial sátira de la asendereada vida en las populares y conflictivas comunidades vecinales.
El nuevo sello Bruguera recupera “Los 200 primeros casos de Mortadelo y Filemón 1958-1961” en edición y con textos de Antoni Guiral y Jordi Canyissá ofreciendo a los lectores actuales la posibilidad de disfrutar con unos personajes que forman parte ya con pleno derecho de la historia de las historietas infantiles españolas, cuya permanencia y aceptación han sido analizadas hasta la saciedad por los expertos.
En nuestra modesta opinión diríamos que Ibáñez acertó plenamente al configurar unos personajes completamente ajenos a cualquier conflictividad temática, cuyo eje argumental se basaba en situaciones absurdas pero siempre muy divertidas, en las que abundaba una hiperactividad carente de agresividad y se aderezaba con un inocente travestismo vestimentario a cargo del personaje principal, que fue siempre el primero de los citados. Todo ello expresado con un dibujo de trazo sencillo, ágil y muy dinámico. Tal cual.
Pues bien, ahí quedan para disfrute del lector actual, harto de cómics enrevesados temática y gráficamente y llegados de lejanas galaxias creativas, estas historietas sencillas cuya mayor virtud es la permanente vigencia de su capacidad de entretenimiento más de medio siglo después de haber sido dibujadas.
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