Los amigos de la diana
Es una petición cínica, si bien siempre ayuda la cualidad humana de las víctimas, consistente en no buscar la justicia por su mano y en evitar estancarse en el odio y el afán de venganza.Sin haber sido, afortunadamente, víctima de terrorismo, tengo un enérgico sentido de la verdad, de la justicia y de la reparación hacia ellas.
Hace ya siete años que, siendo Rajoy presidente del Gobierno, la banda terrorista ETA anunció su disolución. Pero nunca entregó sus armas. No había pasado un mes de este anuncio cuando Sánchez presentó una moción de censura por corrupción. Si Rajoy hubiera dimitido, el Partido Popular habría continuado gobernando; quizá con una presidenta. Pero él prefirió que no fuera así y se justificó esgrimiendo un argumento defectuoso y liviano; por una u otra razón, nadie quiere recordarlo. De este modo, fue él quien le concedió el poder a la coalición del ‘mutuo chantaje’ que no cesa.
Rodríguez Zapatero había iniciado años antes un proceso que se tituló de paz para negociar el fin del terrorismo de ETA, que estaba en sus horas más bajas, acorralada policial y judicialmente. El coste de la operación pasaba por legalizar su estructura política y por la impunidad de no pocos asesinos. A pesar de los rifirrafes, característicos y oportunamente escenificados, entre PSOE y PP, ambas formaciones se entendieron en lo básico. Rajoy reconoció después, por televisión, que «las mejores reuniones donde más problemas se resuelven son las reuniones de las que no se enteran más que los que se reúnen, que lo mejor es que sean sólo dos», y que, de este modo, había conseguido «acuerdos importantes sobre temas muy importantes». Por supuesto, sin decir cuáles. ¿Acaso una excarcelación escalonada y total?
La negociación sobre el fin de una cadena organizada de crímenes exige flexibilidad y quizá lo que algunos llaman -enredando con las palabras- ‘generosidad’. ¿Qué significa ser generosos? Todos entendemos que ser espléndidos y desinteresados en los comportamientos y acciones de unas personas, sin buscar beneficio para ellas. Pero es una cualidad personal e intransferible y, lógicamente, nadie puede ser generoso con lo que no es suyo. Y esto ha sucedido en el caso de las víctimas de terrorismo, han sido utilizadas por otras personas que, encima, aún hoy día se siguen dando pisto. ¿Puede pedirse a las víctimas que sean generosas? Es una petición cínica, si bien siempre ayuda la cualidad humana de las víctimas, consistente en no buscar la justicia por su mano y en evitar estancarse en el odio y el afán de venganza.
Sin haber sido, afortunadamente, víctima de terrorismo, tengo un enérgico sentido de la verdad, de la justicia y de la reparación hacia ellas. Son las víctimas quienes han pagado, y siguen pagando, las consecuencias irreversibles de actos criminales, efectuados por quienes se permiten despersonalizar y matar. Por otro lado, de un total de más de 850 asesinados y no menos de 2.500 heridos (‘intentos frustrados de asesinatos’) por ETA, el 40 por ciento de esos crímenes ni siquiera han llegado a juicio; tampoco se puede olvidar a miles de extorsionados, muchos tuvieron que abandonar el País Vasco y Navarra bajo la amenaza firme de ser objetivo de tiro. De ningún modo se puede olvidar que la historia social y política del país ha quedado modificada drásticamente por la campaña consumada de feroz limpieza ideológica efectuada durante años. Acoso implacable a los vivos y profanación de las tumbas de quienes fueron vilmente ‘ejecutados’. La búsqueda intencionada de humillar y lograr el mayor daño psicológico posible. Escarnio adobado de odio, xenofobia y supremacismo. La crueldad retrospectiva de pedir perdón sólo a «aquellas víctimas que no tuvieron una participación directa en el conflicto». Quienes mataron siguieron reivindicando poder decidir quién merecía ser asesinado y quién no.
Por si fuera poco, las víctimas han tenido que padecer que las investigaciones judiciales y policiales estuvieran en muchos casos plagadas de negligencias, irregularidades y errores, incluso con sumarios extraviados. Chapuzas que causan bochorno e indignación, entre otras: autopsias con informes de inverosímil deficiencia, la omisión de recoger huellas dactilares, informes de balística que no constan y que nunca fueron reclamados o absoluciones por haber prescrito las responsabilidades penales.
Parece que al finalizar el año 2019 acabaron las bienvenidas apoteósicas a los excarcelados por matar. Pero la fiesta sigue: COVITE ha contabilizado 168 actos de apoyo a ETA en los seis primeros meses de 2025. Se denuncia la concesión de tercer grado fraudulentos, una reinserción falsa que aborta la conciencia necesaria para recomponer el tejido social abrasado. En efecto, no es aceptable conceder este beneficio a quienes siguen orgullosos de sus crímenes y siguen siendo amigos de la diana. Se entiende que las víctimas, con conciencia de serlo y con sentido del deber cívico de solidaridad, deploren por amarga y poco visible la victoria que se vendió como rotunda y gozosa.
Las instituciones miran a otro lado y Bildu sigue vinculado a los homenajes y blanqueo de criminales.
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