Elogio al camarero
Siempre se conjugan varias causas para que repitamos la visita a un restaurante o a una cafetería. Limpieza, buena cocina, un precio acorde, pero hay un factor decisivo para mí: la calidad humana del camarero o camarera que me atienda.
Quiero hacer una mención especial de una camarera dominicana que atiende en un restaurante de comidas caseras. No sólo es trabajadora y dinámica, sino que es amabilísima y cercana. A la vez, es prudente y discreta; de este modo puede establecerse confianza, la justa para sentirse en casa. Sabe desde siempre de mi respeto y cariño por ella, quizá no que la admiro por su inteligencia aplicada a interpretar a los comensales, así como por su paciencia para torear de forma adecuada a los clientes quisquillosos, también a los impertinentes.
"Evite el sincericidio, ese impulso de soltar lo primero que se te pase por la cabeza con la excusa de ser sincero". Esta frase con tan peculiar palabro aparece en Ciencias del comportamiento (Temas de Hoy), un libro que busca aproximarse a la comunicación no verbal no consciente. Su autor, Juan Manuel García 'Pincho', trabajó en la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, encargada de perseguir la delincuencia y el crimen organizado. Ni qué decir tiene que la sinceridad no es un valor absoluto. Recordaré, otra vez, la magnífica frase de Julián Marías (filósofo y padre del gran escritor Javier Marías): "Yo no digo todo lo que pienso, pero todo lo que digo lo pienso". De este modo, nos zafamos de la alternativa binaria: o ser sincero a rajatabla (como sinónimo de auténtico) o ser hipócrita (que adula servilmente o miente).
Janet tiene conciencia de su dignidad y de su valía, tiene seguridad en lo que hace y no busca validación. Regula sus emociones y tiene criterio para lo conveniente y para distinguir lo relevante e integrar con naturalidad detalles. Todo de forma automática, sin haber recibido instrucción al respecto.
El psicólogo y pedagogo estadounidense Edward Thorndike se refirió a un error constante en las apreciaciones que hacemos de las personas y acuñó hace un siglo el concepto 'efecto halo': "Nuestro cerebro se deja llevar por una sola impresión y extrapola características sin base lógica". Recuerdo que Julián Marías me decía que la primera impresión no es la que vale, "pero vale"; es decir, aunque no sea concluyente tiene un efecto al que merece prestarle atención y memoria. No todo lo que sentimos inicialmente debemos adoptarlo a pies juntillas. No todo lo que vemos podemos interpretarlo de inmediato.
García 'Pincho' habla del preperfilado, fase en la que se recopila información y que es previa a la decisión de cómo interactuar con alguien. No creo que Janet conozca este término, pero no le hace falta para captar el tono de quien habla e ir más allá de unos gestos aislados. Sabe interpretar perfectamente lo que el psicólogo Paul Ekman, también estadounidense, denominó siete emociones básicas, espontáneas y con un patrón facial identificable: alegría, tristeza, miedo, ira, asco, sorpresa y desprecio.
En definitiva, cuando encuentras a una persona así atendiendote en un restaurante, te sientes no sólo a gusto, sino confiado para pedirle una recomendación para escoger un plato u otro. Por suerte, conozco a unos cuantos camareros magníficos en su servicio y en su trato. Merecen propinas, pero más aún gratitud y elogio.
Volviendo a García 'Pincho', destacaré sus análisis acompañados de fotografías acerca de microexpresiones que revelan la verdad que a veces intentamos ocultar, también sus consideraciones detalladas sobre la actitud corporal y las posturas de las articulaciones (expresan lo que no sale de la boca). Sugiere formularse tres preguntas para orientarse con el mejor tino: ¿Dónde va dirigida la emoción? (egocentrada o exocentrada); ¿Cómo está el tono muscular? (hipotónico o hipertónico; una tonicidad inferior a lo normal o bien tensa, activada incluso hasta la rabia); ¿Cómo es el contexto? (agradable o desagradable).
Cuanto más cómodo esté alguien, más fluida será la información que nos dé. En cualquier caso, lo más valioso aparece cuando una persona siente que no está siendo juzgada. Glosa 'Pincho' un uso inteligente del silencio: "Lo que necesitaba era que alguien se callara lo suficiente como para poder escucharlo de verdad, para dejarle espacio".
Cabe recordar, finalmente, que el término camarero nació en la Edad Media, era un criado de confianza que servía en una cámara de la casa. Camarera era también la "mujer de más respeto entre las que servían en las casas principales". Son detalles anecdóticos, pero lo que más me interesa de ellos, en su relación conmigo, es su amabilidad, eficacia y su carácter generoso. Entonces me siento agradecido.
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