Nuevo curso político, mismos problemas que el anterior

Arranca septiembre entre pactos, juicios y guerra política: la ciudadanía se enfrenta otra vez a la misma rutina

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El president del Govern central, Pedro Sánchez
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez - EUROPA PRESS

 

El fin doloroso para muchos de las vacaciones significa la llamada “normalidad” diaria: vuelta al trabajo, colegios, carreteras llenas y el inicio del curso político, al que se denomina “nuevo curso político”. De nuevo, nada de nada: todo continúa igual en la política institucional y de partidos. Es más, me atrevería a decir que, como vienen más descansados, morenitos algunos, resabiados otros, el comienzo de este mes de septiembre nos va a traer unas cuantas “guerras”, mucho postureo, incertidumbre, unos cuantos juicios importantes y, sobre todo, demasiada agresividad política, cosa que no es necesaria ni conveniente para la salud física y mental.

Este primer día de septiembre nos ha traído la comparecencia en un acto público del presidente Sánchez, donde ha presentado su propuesta de pacto de Estado ante la emergencia que había anunciado en sus visitas a las poblaciones afectadas por el fuego. Entre otras propuestas, destaca la creación de una agencia estatal de protección civil y emergencias con el fin de mejorar la coordinación ante acontecimientos extremos que, según el presidente, debido al calentamiento global, se están produciendo con más frecuencia e intensidad. No deja de lado a la administración más cercana a los ciudadanos: los ayuntamientos, que cuentan con menos medios. Sánchez ha planteado la creación de una red nacional de refugios climáticos en ciudades y pueblos para hacer frente a las altas temperaturas que se están viviendo; para ello, quiere la colaboración de los ayuntamientos.

En el Congreso, a partir de este martes, unas 30 leyes están esperando para ser tramitadas. Lo mismo sucede con la posible tramitación de los Presupuestos Generales del Estado para el próximo año, que están siendo negociados con las distintas formaciones. La duda sigue ahí: los socios exigen demasiado por sus votos. ¿Estará dispuesto Sánchez a acceder a sus peticiones?

Los juicios pendientes se acercan; antes de que termine el año se verán varios de mucho interés político y social. Entre ellos ya hay fecha, octubre, para el de los hijos de la familia Pujol (la madre murió y, a Jordi Pujol, creo que no lo van a sentar en el banquillo, lo veremos, después de 10 años de instrucción ya toca que se sienten, con permiso de Junts y su líder Puigdemont).

La justicia tampoco se libra (no son santos, son terrenales) de que algunos de sus miembros cambien de asiento en el juicio. Caso del fiscal general del Estado, que lo van a sentar en el banquillo y que no será condenado, porque su acusación es más una venganza que otra cosa. Tampoco se va a librar, con “j”, la pareja de la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso, que tiene todos los números de que le caiga algo y no es precisamente la lotería.

En Catalunya, el presidente Illa, por fin (la necesidad ahoga), se verá en Bruselas con el huido para “normalizar” las relaciones. ¿No se acuerda el presidente catalán de que Puigdemont, entre otras cosas, le tomó el pelo el día en el que iba a ser nombrado, en el Parlament, presidente de la Generalitat? Eso es un tema menor… quiere Illa que se le aplique la amnistía a Puigdemont, cosa que no es tan sencilla porque depende de sus señorías, no del Congreso sino de la judicatura. Ha empezado fuerte el presidente catalán, previo conclave el pasado fin de semana en Tarragona con todos sus consellers, para marcar sus prioridades en su gestión. Trabajo tiene.

Mientras que el partido de la oposición, el PP, y su líder, que ha estado muy activo este verano, sigue haciendo propuestas como una reforma legal con el objetivo de que no se puedan prorrogar los presupuestos dos veces seguidas.

La guerra entre Sánchez y Feijóo, en este curso político, va a ser total. ¿Quién la ganará? Es complicado dar un ganador, dado cómo está el panorama, especialmente después de los incendios de este verano.

La oposición de PP y Vox seguirá incidiendo en la trama de corrupción socialista, donde hay indicios para seguir metiendo el dedo en el ojo del presidente Sánchez. Mientras que Podemos, enemigo de los socialistas, está aprovechándose de la situación y en más de una ocasión se ha alineado con ellos para fastidiar al Gobierno. Sumar, que no levanta cabeza, quiere marcar perfil propio para frenar su caída en las encuestas. Su polémica ley de la rebaja de la jornada laboral, buque insignia de la ministra Yolanda Díaz, sigue pendiente de votarse en el Congreso, pero de momento no cuenta con los votos suficientes.

Lo que es obvio es que el curso que se retoma no va a ser aburrido por sus actores; aburrido será para la ciudadanía, que seguirá recibiendo más de lo mismo. Lo decía la filósofa Adela Cortina: “Es tiempo de alianzas y no de tribalismos”. Se hace necesario un compromiso ético y político. ¿Será posible? Pues, como diría un amigo gallego, “depende”.

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