El “corte de digestión” es un mito

El verdadero problema es el conocido como síndrome de hidrocución.

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Recurso, una piscina de natación

 

Durante décadas, padres y abuelos han repetido la advertencia: “hay que esperar dos horas después de comer antes de bañarse”. Sin embargo, el experto en emergencias Miguel Assal desmonta este consejo popular y lo califica de mito. Según explica, el riesgo real no reside en la digestión, sino en el choque térmico que sufre el cuerpo al entrar bruscamente en agua fría tras una exposición prolongada al calor.

Este fenómeno, conocido médicamente como síndrome de hidrocución, puede producir síntomas como mareo, náuseas, palidez, sudor frío, pérdida de conocimiento e incluso ahogamiento. Puede afectar a cualquier persona, incluso aunque no haya comido, si entra de forma repentina al agua tras una exposición intensa al sol.

La comida no es el problema central

Aunque comer en abundancia puede agravar ligeramente el riesgo, no es el factor determinante. Assal aclara que una comida copiosa sí redirige sangre al aparato digestivo, lo que puede hacer que el cuerpo sea más vulnerable ante un cambio brusco de temperatura, pero no es necesario esperar dos horas ni abstenerse de bañarse tras ingerir alimentos ligeros.

El experto insiste en que lo verdaderamente importante es la manera de entrar al agua. Una práctica efectiva y sencilla es mojarse progresivamente: empezar por la nuca, axilas, ingles y extremidades antes de sumergirse por completo. Esta técnica, conocida popularmente como “la técnica de la abuela”, ayuda al cuerpo a adaptarse al descenso térmico sin sufrir un colapso.

Prevención con sentido común

Además del cambio térmico, hay otros factores que pueden incrementar el riesgo, como realizar ejercicio intenso justo después de comer, nadar en aguas especialmente frías o estar mucho tiempo expuesto al sol. La prevención adecuada pasa por mantenerse hidratado, evitar comidas copiosas antes del baño y entrar al agua de manera gradual.

Miguel Assal recuerda que es importante no transmitir miedo innecesario, pero sí promover hábitos responsables, sobre todo en niños y personas mayores. “No hace falta esperar dos horas para bañarse. Lo que hay que evitar es el cambio de temperatura súbito”, concluye.

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