Catalunya se sitúa por debajo de la media nacional en delitos de odio
Con una tasa de 3,6 casos por cada 100.000 habitantes, la comunidad refuerza su compromiso con la prevención y la atención a víctimas, pese al repunte en aporofobia y antisemitismo
Catalunya registró en 2024 una tasa de delitos de odio de 3,6 por cada 100.000 habitantes, según el informe anual del Ministerio del Interior. Aunque esta cifra está por debajo de la media nacional y muy lejos de comunidades como Navarra (14) o Euskadi (10,8), el volumen absoluto de casos sigue siendo significativo debido al tamaño poblacional de la comunidad.
Los delitos más frecuentes en Catalunya fueron los relacionados con racismo y xenofobia, seguidos por los de orientación sexual e identidad de género y los de discriminación por razón de sexo o género. El perfil de los agresores coincide con la tendencia estatal: hombres de entre 26 y 40 años, en su mayoría de nacionalidad española. Las víctimas también son mayoritariamente hombres, y los colectivos extranjeros más afectados fueron los ciudadanos marroquíes (8,8 %) y colombianos (5,3 %).
El informe destaca además el crecimiento de tipologías emergentes como la aporofobia (odio hacia personas en situación de pobreza), que aumentó un 33,3 %, y el antisemitismo, que se disparó un 60,9 % respecto al año anterior. Por primera vez se contabilizan también los delitos por islamofobia, con 13 casos registrados en todo el Estado.
En el conjunto de España, los delitos de odio descendieron un 13,8 % en 2024, con 1.955 incidentes investigados, lo que rompe la tendencia ascendente de los últimos años. A pesar del descenso, el Ministerio del Interior advierte que la infradenuncia sigue siendo elevada, especialmente en colectivos vulnerables, y que muchas violencias se gestan en entornos digitales, educativos y comunitarios.
Navarra y Euskadi encabezan el ranking estatal por tasa de delitos de odio, mientras que comunidades como Andalucía, Galicia y Extremadura se sitúan en la parte baja. Catalunya, aunque no lidera en proporción, sigue siendo una de las regiones con mayor volumen absoluto de casos, lo que exige políticas sostenidas de prevención, sensibilización y atención a las víctimas.
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