La historia mágica (y con final feliz) de Enric Pons
Vecino de la Sagrada Familia, el dibujante se arreglaba como podía en un pisito por el que paga un alquiler de 540 euros, hasta que conoció a los okupas de la casa de al lado.
Foto de Lagarder Danciu.
Año nuevo, vida nueva. Así se siente Enric Pons, que con 85 años ha recobrado la ilusión que hacía tiempo que le había sido arrebatada. Exdibujante de la mítica Bruguera y aficionado y practicante del tarot, la santería y otras ramificaciones de lo "mágico", la vida de este anciano cambió el pasado 9 de noviembre, cuando entró en contacto con los okupas de la Casa de Cádiz de Barcelona.
Vecino de la Sagrada Familia, Pons se arreglaba como podía en un pisito por el que paga un alquiler de 540 euros. Pese a que recibe una ayuda pública para costearse al alquiler, una pensión magra de apenas 600 euros mensuales le da lo justo para subsistir. "Voy a un comedor de la beneficiencia, pero es más por la convivencia y para no estar solo que para comer, que también", precisa Pons.
Así estaban las cosas hasta que un grupo encabezado por Lagarder Danciu, conocido activista del movimiento "sintecho", tomó la Casa de Cádiz de Barcelona, una vivienda abandonada desde hacía años y que se encuentra justo al lado del domicilio de Pons. Lagarder cuenta que han reformado el inmueble y que ahora mismo viven en él 25 personas sin hogar.
"Pons fue de los pocos vecinos que no fue reacio a que ocupásemos la Casa", comenta Lagarder, que añade que "llegó a protegernos de los Mossos" cuando la policía autonómica llegó para desalojar el edificio.
MEMORIAS, DIBUJOS Y AMIGOS
"Estoy desbordado del éxito que me ha proporcionado el amigo Lagarder", sentencia Pons. Y es que ahora Enric Pons y la comunidad de la Casa de Cádiz son uña y carne. Mientras Lagarder y sus colegas acompañan al anciano, este les va contando una vida plagada de peripecias.
De hecho, el dibujante tiene escritas unas memorias tituladas "El hombre del traje pistacho", donde cuenta sus experiencias tanto en el más aquí como en el más allá. Desafortunadamente, el libro se ha agotado después de que los últimos ejemplares se pusieran a la venta para ayudar a sufragar los gastos de Pons. "Ahora estamos mirando si la editorial Descontrol puede reeditar la obra", apunta Lagarder.
Con una mezcla de humildad e ilusión casi infantil, Pons rememora sus primeros pasos en Bruguera, donde entró a trabajar con trece años. Allí cuenta que se dedicó fundamentalmente al "maquetismo, el montaje, a colorear... al arte finalista" de las viñetas que otros elaboraban para el sello barcelonés. Algo más tarde recuerda que sí pudo echar a volar su imaginación con "Otto y Fritz", una pareja alemana creada para la efímera revista Atalaya editada en Madrid.
Pero por una vez en la vida de Pons, el azar ha corregido lo que fue su carrera de dibujante: de terminar las historias animadas de otros, a ser el protagonista de su propia historia.
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