El monstruo anda suelto: 'El jovencito Frankenstein' se estrena en el Tívoli

'El jovencito Frankenstein' puede ser un entretenimiento perfectamente adecuado para toda la familia.

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Teatro El jovencito Frankenstein

 

Me entregan un periódico y leo en su cabecera: “La desafortunada huida del monstruo pone en vilo a la ciudad”. Tal y como anda Barcelona estos días, falta poco para que me dé un jamacuco, pero me apercibo inmediatamente de que lo que tengo entre las manos el 'Transilvanian Post' y que, si bien por las calles del Ensanche hay mucha animación nocturna -y ya saben a lo que me refiero-, estoy a punto de entrar en el Teatro Tívoli que este año celebra su centenario y lo hace con el estreno de un musical titulado 'El jovencito Frankenstein'. Se trata de la comedia musical que Mel Brooks, con la experiencia de la película que dirigió en 1974, estrenó en Broadway en 2007 y que doce años después atraviesa el Atlántico y llega a España en adaptación de Esteve Ferrer y Silvia Montesinos.


Contemplado en la distancia, el tema de lo que inicialmente fue una novela escrita por Mary Shelley en 1818 nos invita a pensar que la autora inglesa ejerció, en alguna medida, de profeta, tal cual hiciera asimismo el francés Julio Verne en el sentido de que uno y otro aventuraron hipótesis absolutamente fantásticas que el tiempo ha ido convirtiendo, o puede convertir, en realidad. Bueno, no es que nadie haya logrado crear un ser vivo inteligente como pretendió Shelley, pero el avance en la robótica está alcanzando tales niveles que no es arriesgado presuponer que algunos engendros mecánicos van a ser capaces de sustituir la actividad humana en muy diversas actividades, y ello por no hablar de la inteligencia artificial, que está yendo mucho más allá que la propia inteligencia humana. Datos escalofriantes que invitan o bien a ponerse a temblar, o bien a tomárselo con buen humor e incluso con romanticismo, como hizo Mel Brooks.


Teatro El jovencito Frankenstein


La comedia musical que se presenta en el Teatro Tívoli recoge plenamente este tono y se materializa en un texto que sirve para engarzar 23 canciones. La compañía, dirigida por el propio Ferrer, está formada por dieciséis artistas, todos ellos con adecuadas dotes interpretativas y, a la vez, buena voz y excelentes condiciones coreográficas, ingredientes que hacen que el espectáculo se desarrolle en dos actos con descanso -dura casi dos horas y media, algo casi insólito en los tiempos que corren- y discurra notable agilidad. Julio Awad se ha responsabilizado de la dirección musical y Montse Colomé de la coreografía.


En una obra como ésta adquiere especial significación el vestuario y, sobre todo, la caracterización. Hay que ver el milagro que ha conseguido Olaya Brandón, responsable de maquillaje, caracterización y peluquería, para convertir a Albert Gràcia en el monstruo, en un proceso que, según nos han contado, exige dedicarle bastante tiempo antes de cada función. Por otra parte, Felype de Lima ha creado una escenografía compleja que resulta convincente y que, sin embargo, permite que los cambios se realicen sin dificultad en un plis plas.


Como nuestro lenguaje cotidiano se ha vulgarizado bastante, es posible que algunos de los términos malsonantes utilizados en la traducción -pocos, es cierto- no llamen demasiado la atención, por lo que 'El jovencito Frankenstein' puede ser un entretenimiento perfectamente adecuado para toda la familia.

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