Escenari Brossa: "Decadència", una visión demoledora de Berkoff sobre las clases altas
Desde un punto de vista conceptual, "Decadència" describe el romance entre dos personajes de la 'high society' --Steve y Helen-- dispuestos a disfrutar sin tasa de la vida y de compartir aceleradamente toda suerte de placeres y vicios.
La sala principal del Escenari Joan Brossa aparece envuelta en una espesa bruma. Mientras el publico entra y toma posición de sus asientos, una señora vestida con elegante y abierta falda larga, que deja ver sus bien torneadas piernas, baila al compás de la música ambiental que, poco a poco va adquiriendo protagonismo hasta que, con la acción de la luminotecnia, todo el mundo entiende que empieza la función. En escena, tan sólo un cómodo sillón, una mullida alfombra y en lo alto, un cuadro gigantesco que irá cambiando de imagen. Vamos a asistir a una representación de "Decadència" del autor británico Stephen Berkoff.
En realidad, a Berkoff se le recuerda como actor exitoso de decenas de películas --especializado por lo general en papel de "malo"-- y series de televisión, tareas que no han impedido que le quedase tiempo para la creación literaria: es autor de algunos textos dramáticos, uno de los cuales, el que vemos ahora en Barcelona, fue dirigido originariamente por él mismo.
Desde un punto de vista conceptual, "Decadència" describe el romance entre dos personajes de la 'high society' --Steve y Helen-- dispuestos a disfrutar sin tasa de la vida y de compartir aceleradamente toda suerte de placeres y vicios en un romance marcado única y exclusivamente por sus caprichos. Como cada uno de ellos tiene su respectiva pareja digamos oficial, la esposa de Steve, Sybil, que sospecha del idilio entre su marido y la otra dama, contrata el detective Les para averiguar qué es lo que está ocurriendo, surgiendo entre ambos una relación que va más allá de lo profesional.
Bien, hasta aquí el esquema argumental, que Berkoff articula de forma que no quede nada innecesariamente velado. El lenguaje es descarnado, a veces procaz y la interpretación no elude simulaciones explícitas que dejan poco a la imaginación del espectador. Todo ello en un ambiente aparentemente placentero, pero en realidad cerrado, oclusivo, no exento de tensión, aunque los personajes se conduzcan con absoluta despreocupación.
Bajo esta superficie late una visión sumamente crítica de una clase social bien situada, ajena a cualquier preocupación que vaya más allá de su propio mundo y obsesionada únicamente en el egoísta disfrute de todos los placeres. Personajes que acaban siendo despreciables y, aunque lejanos, no necesariamente desconocidos porque bien podrían ser fácilmente identificados con algunos reales.
La interpretación de Miriam Alamany y Carles Martínez, bajo la dirección de Gloria Balañá, requiere un notable esfuerzo, sobre todo por parte del segundo, obligado a echarse una y otra vez sobre la mullida alfombra y de adoptar posiciones más o menos representativas de la lubricidad del personaje que interpreta. Una obra, en fin, provocadora, que no dejará indiferente a ningún espectador.
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