​La crisis de Podemos puede acabar con la pérdida de casi la mitad de sus escaños en el Parlamento

Tras las debacles en Galicia y País Vasco han generado una enorme inquietud en el seno del partido morado

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El vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, durante la primera sesión de control al Gobierno en el Congreso de los Diputados

 

La crisis ha empezado, pero está lejos de acabar. Este es el sentimiento mayoritario entre los principales responsables de Podemos tras los primeros análisis realizados de los pésimos resultados electorales cosechados en las elecciones autonómicas de Galicia y el País Vasco.


El vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, durante la primera sesión de control al Gobierno en el Congreso de los Diputados


Los diferentes sondeos que se han venido publicando en los últimos meses ya habían alertado a los dirigentes del partido de que algo estaba ocurriendo entre los votantes. La confirmación en las pasadas elecciones autonómicas ha encendido todas las alarmas.


Además, en los propios sondeos realizados por el partido los resultados son incluso peores que en los publicados por el CIS y en el fuero interno del partido se teme que la sangría de escaños en las próximas elecciones generales, si las cosas no dan un giro radical, puede llegar a ser de casi la mitad.


La preocupación es evidente, sobre todo por el hecho de que no han sido capaces de rentabilizar ni la vicepresidencia de Pablo Iglesias ni la popularidad de la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz.


Entre parte del equipo dirigente del partido existe el convencimiento de que las peleas internas que se han vivido en la lucha por el control de las delegaciones autonómicas de la marca dorada ha sido como una losa para los posible votantes de Podemos. Las luchas de poder siempre son mal vistas por los electores, que no dudan a la hora de castigar a los que las protagonizan.


Además, la marca Podemos se ha ido diluyendo en zonas tan importantes como Andalucía, Comunidad Valenciana, Galicia o Madrid, donde las escisiones o la ruptura de las coaliciones han dejado un poso de desencanto que se ha traducido en el abandono de sus electores.


Ahora, desde la dirección intentan combatir el pesimismo, aunque son pocos los que confían en una remontada. No hay ninguna señal positiva a la que agarrarse, sobre todo si se analiza datos como la intención de voto, en la que Podemos se situaba hasta hace poco como una de las opciones prioritarias y ahora ha bajado hasta la cuarta posición.


Si a esto se suman datos como las informaciones sobre el caso Dina, que afectan directamente a Pablo Iglesias, la situación se torna todavía más inquietante.

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