Una guerra ideológica: el populismo y las democracias liberales se disputan el control del planeta

El planeta está viviendo una batalla feroz entre las democracias clásicas y iberales, hijas del mundo que se dibujó después de la Segunda Guerra Mundial, y un nuevo fenómeno aupado principalmente por la aparición de Internet y un ambiente donde las verdades cada vez son más cuestionables: el populismo.

|
El presidente de Vox, Santiago Abascal, pasa por delante del presidente del PP, Pablo Casado, en el debate de la moción de censura. Madrid, 22 de octubre de 2020.

 

En la moción de censura que Vox presentó contra el Gobierno de Pedro Sánchez hubo una intervención que analizaba perfectamente cuál es una de las principales discusiones de la política española actual y también de la internacional. Inés Arrimadas explicó que, entre otras razones, votaría que "no" a la moción de censura porque se enmarcaba en un debate "muy importante" que está viviendo la humanidad: la batalla entre "las democracias liberales y el populismo", sostuvo la líder del partido naranja. 


El presidente de Vox, Santiago Abascal, pasa por delante del presidente del PP, Pablo Casado, en el debate de la moción de censura. Madrid, 22 de octubre de 2020.


El planeta está viviendo una batalla feroz entre las democracias clásicas o liberales, hijas del mundo que se dibujó después de la Segunda Guerra Mundial, y un nuevo fenómeno aupado principalmente por la aparición de Internet y un ambiente donde las verdades cada vez son más cuestionables: el populismo. 


El populismo es un término alejado de los conceptos clásicos de izquierda y derecha, que son los que han regido la política internacional del último siglo. Se trata de una forma de hacer política, compartida por líderes tan dispares como Donald Trump o Hugo Chavez, que llegaron al poder a través de estrategias de confusión y manipulación de la realidad . En ciencias políticas, el populismo se entiende como la idea de que la sociedad está separada en dos grupos enfrentados entre sí: "el verdadero pueblo" y "la élite corrupta", explica Cas Mudde, autor de "Populismo: una muy breve introducción".


En España, la palabra "populista" se usa demasiado a menudo. El autor de "El auge global del populismo", Benjamin Morffitt, explica que  el término "está mal utilizado, especialmente en el contexto europeo". El líder populista real, explica Morffitt, asegura representar la "voluntad del pueblo", y siempre se presenta como la oposición a un enemigo (que suele ser el sistema regente) con el propósito de "drenar el pantano" o luchar contra "la élite liberal", explica a la BBC. "En el contexto europeo generalmente se ubica a la derecha...pero eso no está escrito en piedra", señala. 


Seguramente más de un lector, tras leer estas palabras, esté ubicando cuáles son los partidos españoles que más se ajustan a este tipo de estrategias. Posiblemente sean demasiados, y muchos incluso pertenecen a la antigua política. A menudo en el Congreso se escucha cuál es la definición de buen español, catalán, vasco, o madrileño. También se ha podido escuchar la definición de "casta", o "socialcomunista", conceptos que siempre van en contra de los intereses de un "pueblo" uniforme. 


Esta batalla se viste de patriótica en cada Estado, pero se está disputando en casi todos los países del mundo. En Francia, Marine Le Pen defiende la patria francesa de los inmigrantes y de los políticos clásicos franceses, que según ella han "islamizado" el país; en Estados Unidos, el presidente Donald Trump polariza constantemente el país buscando enemigos externos comunes (como el virus chino) para conseguir consolidar su poder; en IndiaNarendra Modi exalta la nación hindú frente a enemigos como los musulmanes, a quienes reprime sin pudor. La lista de líderes mundiales que siguen el mismo patrón reduccionista cada vez es más amplia, y por eso el mundo clásico está cada vez más preocupado. 


Todos estos líderes populistas están cortados por un mismo patrón y comparten un discurso que, desde hace tiempo, está muy globalizado. Es llamativo ver cómo Donald Trump, Jair Bolsonaro y Santiago Abascal describen al Covid-19 de la misma forma: "el virus chino". Cómo tratan la inmigración, relacionándola con conspiraciones internacionales que tratan de destruir a los blancos; y cómo relacionan, todos ellos, a George Soros con una especie de apocalipsis. Pero esto tiene una explicación: su discurso proviene de algunos despachos donde expertos en propaganda marcan cuáles van a ser los mensajes que se deben vender para conquistar a la opinión pública, delimitar cuáles van a ser los enemigos y generar el terror suficiente para poder controlar el estado de ánimo de la población. 


Uno de los principales promotores de este fenómeno es Steve Bannon, quien articuló la campaña electoral de Donald Trump y la propaganda para lograr el Brexit, entre otras hazañas. En España, se sabe que ha asesorado a Vox. Para conocer cuál va a ser la agenda de los líderes populistas en el mundo, basta con mirar Breitbart News, un medio de comunicación norteamericano que anteriormente fue dirigido por Steve Bannon y que se puede considerar uno de los laboratorios de pensamiento del populismo mundial. 


Los líderes populistas siguen trabajando fuertemente para minar la moral de las democracias clásicas, y siempre consiguen que su voz llegue a todos los lados. La semana pasada en Telecinco se emitió el programa de Iker Jiménez "Informe Covid-19", donde se entrevistaba a Li-Meng Yan, una viróloga china que aseguraba con contundencia que el coronavirus se había creado artificialmente en su país para empezar una guerra biológica. La entrevistada se presentaba desde una ubicación desconocida en Estados Unidos y aseguraban que la cientfica estaba protegida por el FBI, como si su testimonio fuese clave para la humanidad. Pues bien, después se ha sabido que el estudio científico de esta ciudadana china fue financiado por Steve Bannon, el mismo hombre que le está diciendo a todos los líderes populistas del mundo que exploten el calificativo de "virus chino". ¿Curioso, verdad? 


Los discursos empleados por los populistas son eficaces y penetran en la opinión pública de forma muy rápida, porque se alimentan de la desconfianza, un sentimiento humano muy natural, para crear conspiraciones que den explicaciones fáciles a problemas muy complejos. Además, siempre son respaldados con datos que están manipulados o sencillamente son falsos, como el estudio presentado por la viróloga china y financiado por Bannon, que ha sido rechazado por la comunidad científica por no seguir los protocolos habituales. Sin embargo, ya se ha publicado y publicitado, por lo que muchos ciudadanos seguirán considerando que es real.  


Incluso, despues de poner los datos sobre la mesa, muchos seguirán pensando que el coronavirus es una gran conspiración mundial de Soros, los chinos, o Bill Gates, porque la duda es legítima, y porque no todos disponen de la información que pueda tener un líder político. Lo que es menos legítimo es que desde la política y los medios de comunicación se alimenten conspiraciones que, basándose en datos objetivos, son manifiestamente falsas. 


EL POPULISMO ESPAÑOL, AL DESCUBIERTO


Por ello, y volviendo al principio del artículo, la moción de censura que vivió la semana pasada este país marcó un antes y un después. La entrada de Vox en el Congreso de los Diputados ha hecho mucho daño al Partido Popular: En primer lugar, porque le salió un competidor por la derecha que le podía restar votos y para continuar, porque no era un socio natural con el que pudiese pactar. El discurso de derechas de los populares se enmarca en el panorama nacional y en la tradición democristiana europea, pero Vox es hermano de la ultraderecha populista europea e internacional que está tratando de enterrar a la derecha clásica. 


En segundo lugar, la entrada de Vox, tal y como ocurrió con Podemos y el PSOE, ha supuesto una sangría de votos para los populares. Además, cuando han ganado las elecciones, han tenido que pactar con el partido de Abascal casi escondiéndose y renegando de ello para no enfadar a los socios del Partido Popular Europeo, que rechaza en bloque a la ultraderecha. Lo mismo le ha ocurrido a Ciudadanos, que está casi en la UCI por haber tonteado demasiado con ellos en vez de mantenerse en el centro, tal y como prometieron con su llegada a la política española. 


Vox consiguió, hasta ahora, tener a los dos partidos que representaban a la derecha clásica, Ciudadanos (liberales) y PP (democristianos), totalmente acobardados, sin conseguir que marcasen una diferencia contundente entre ellos y el populismo. Pero la moción de censura de la semana pasada fue definitiva: por primera vez el Partido Popular hizo un discurso que podría recordar mucho al de Ángela Merkel, situando a su partido dentro de la tradición europea y ridiculizando el discurso de Vox. 


El discurso fue articulado, según dicen algunos medios, por figuras de la derecha tradicional española como el expresidente José María Aznar o el periodista José Antonio Zarzalejos. Fue una respuesta inteligente a una moción de censura que más que para Pedro Sánchez, parecía para el Partido Popular. Muchos votantes de derecha pueden sentirse decepcionados porque los populares hayan rechazado votar a favor de una moción donde se quería destituir a un Gobierno de izquierdas, pero es que los números no daban. Del mismo modo, la moción de censura, además de destituir a Pedro Sánchez, era para hacer presidente a Santiago Abascal. ¿De verdad los populares, como líderes de la derecha y de la oposición, podían permitirse decir que sí a un candidato que les quiere robar votos y que de momento, tiene menos? Vox intentó poner entre la espada y la pared al PP, y al final salió escaldado. 


Según la mayoría de analistas políticos, de izquierdas y de derechas, la victoria de la moción de censura, contra todo pronóstico, fue del Partido Popular. Consiguió dibujar un perfil propio, sin abandonar la oposición al Gobierno y ridiculizando a los supuestos aliados que venían por la derecha a comerle el pastel. En definitiva, estableció un límite claro entre lo que son ellos, un partido democristiano clásico, y Vox, el representante español del populismo internacional. 


La semana pasada en España tuvo lugar una batalla de la guerra mundial entre el populismo y las democracias liberales, y en esta ocasión ganó la política tradicional, la que puede sostener un mundo más parecido al que conocemos hasta ahora. Sin embargo, la disputa será larga y se jugará en todos los países: la próxima semana tendrá lugar uno de los enfrentamientos más importantes de este combate internacional, en el que Biden tratará de quitar el trono de Estados Unidos a Donald Trump para alejar al país del populismo y devolverlo a su lugar, una batalla cuyo resultado afectará a todo el mundo. 


Sin comentarios

Escribe tu comentario




He leído y acepto la política de privacidad

No está permitido verter comentarios contrarios a la ley o injuriantes. Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.
AHORA EN LA PORTADA
ECONOMÍA