Magela Baoudoin: "La memoria es un perturbador que puede hacer tambalear el presente"
Magela Baudoin, escritora y periodista boliviano-venezolana, lleva escribiendo cuentos desde siempre y ahora, con su conjunto de cuentos ‘La composición de la sal’ ha ganado el premio Hispanoamericano de Cuento Gabriel García Márquez.
Magela Baudoin durante su visita a Barcelona | Foto: Navona Editorial.
Magela Baudoin (1973) es una periodista, escritora y profesora universitaria boliviano-venezolana. En 2014, con su libro 'El sonido de la H' ganó el Premio nacional de Novela de Bolivia y, ahora, con 'La composición de la sal', un conjunto de cuentos, se ha hecho con el Premio Hispanoamericano de Cuento Gabriel García Márquez.
¿Cómo nace 'La composición de la sal'?
Yo estaba escribiendo una novela pero, mientras, escribía este conjunto de cuentos. En un momento me di cuenta de que compartían un mismo temperamento, una misma exploración y fue entonces cuando empecé a depurar la idea del libro. Me ha costado unos cuatro años escribir, juntar estos cuentos y darles esta idea central que los une: la sal como este elemento químico ambivalente.
¿Y por qué la sal?
Porque es un elemento que en su esencia mineral puede servir tanto para salvar y curar o para lastimar y agredir. Me parecía que esta era una metáfora de la vida que se traslucía en los cuentos.
Entonces la sal une el conjunto de los cuentos…
Pienso que sí, la argamasa poética del libro tiene que ver con la ambivalencia de la vida, que unas veces agrede y otras veces lo contrario.
Hay un cuento con el mismo nombre que el libro. ¿Fue el primero que escribiste y todo surgió a partir de ahí?
Sí, bueno, nace de una imagen recurrente que tenía: un hombre viejo que lloraba y que no podía evitar que el llanto lo colme a pesar de hacer esfuerzod para ellos. Entonces, con esta primera imagen me di cuenta que marcaba un temperamento en todo el libro, un temperamento que naturaliza el dolor con la risa o lo contrario.
Que muchos de los cuentos tengan un final abierto, ¿es intencionado?
No me gusta la literatura explicativa, pedagógica. Entonces hay deliberadamente la intención de dejar cabos abiertos para que el lector los termine de hilvanar. Lo que sí hay conscientemente es la intención de mostrar a los personajes acaeciendo ante el lector, torciéndose, dislocándose frente al lector en un movimiento existencial que creo que sí ocurre en todos los cuentos. Ahora, creo que sí que hay suficientes pistas como para que el lector construya el final de la historia.
La argamasa poética del libro tiene que ver con la ambivalencia de la vida, que unas veces agrede y otras veces lo contrario
¿Por qué cuentos?
En realidad el cuento es algo que siempre me acompaña, desde muy pequeña. Quizás la pregunta debería ser por qué novela o por qué entrevistas. La aproximación más temprana a la literatura fue con el cuento, el primero que leí con fascinación fue 'El cuento de la Selva' de Horacio Quiroga. Siempre he tenido una relación muy cercana al cuento, los construía de niña, luego a dos manos con mis padre y luego sola. Siempre estuve y estoy escribiendo cuentos.
Sí, de hecho le dedicas el libro a tu padre cuando tú tenías 6 años, ¿por algún motivo en especial?
Porque (duda)... Bueno, hay claves que no se cuentan. Pero en realidad a esos seis años les debo muchas cosas.
¿Qué buscas que transmitan tus libros?
No sé si hay un instinto muy calibrado al momento de sentarme a escribir. A nivel estético me interesa mucho el desplazamiento del lector, moverlo de lugar, incomodarlo, hacerlo trabajar conmigo. Por otro lado, a nivel temático me interesa el universo femenino; cómo el poder se cuela en las relaciones domésticas y también sociales, cómo se expresa a veces en consecuencias más nefastas. Me interesan las relaciones de los espacios mínimos, es decir, cómo un pequeño detalle puede ser el catalizador de una época, de un tiempo. Y cómo la memoria es un perturbador que puede hacer tambalear el presente.
Ganaste el Premio García Márquez. ¿Qué significó para ti?
Significó la oportunidad de que mi obra se muestre, algo completamente inimaginable en aquel momento y que ha hecho que ‘La composición de la sal’ se presente en ocho países y tenga traducciones. Un gran salto de difusión, algo muy importante para mi.
Siempre he tenido una relación muy cercana al cuento, los construía de niña, luego a dos manos con mis padre y luego sola. Siempre estuve y estoy escribiendo cuentos.
Eres periodista de profesión. Ahora qué te consideras más, ¿periodista o escritora?
Ahora llevo unos años trabajando más en narrativa aunque escribo cosas periodísticas que algunas veces me piden. Hechos que son propios del periodismo, por ejemplo, la hora de cierre hace que tengas que entregar un producto a pesar de. Eso es muy productivo porque la hoja en blanco se vuelve un mito. Me parece que la capacidad de jerarquizar el mundo, elegir de él lo que te permite narrar con mayor potencia, ese ojo jerarquizador se cuela de un lado a otro. Y luego también la curiosidad de preguntarte por el mundo, tan propia del periodismo, también se vuelve muy elocuente en la narrativa. Decir por qué este personaje es así, que lo lleva a tal situación. Son procedimientos de uno que se cuelan en el otro y que terminan haciendo una forma de creación.
Me interesan las relaciones de los espacios mínimos, es decir, cómo un pequeño detalle puede ser el catalizador de una época, de un tiempo.
¿Cuáles son tus referentes literarios?
Cualquier lista que te dé es mentirosa porque va cambiando conforme leo. Hay una gran referencia inicial clásica y luego hay mucho cuento. Hay autores a los que siempre vuelvo como Isak Dinesen, que siempre me conmueve; Silvino Campos, Borges, Quiroga, Truman Capote, que para mi ha sido central o Virginia Wolf.
¿Y tus planes de futuro?
Estoy escribiendo una novela y un libro de cuentos que tiene, de momento, el nombre de 'Los fantasmas que leo', que va sobre cómo la literatura se cuela en la vida y la cambia, la modifica. Eso que lees, modifica el espacio de la realidad. Y una novela con tono más realista que refiere un momento y un espacio político importante en Bolivia.
Los procedimientos del periodismo se cuelan en la literatura y terminan haciendo una forma de creación.
Y ya que nombras Bolivia, ¿cómo ves la literatura allí? ¿Qué papel juega la mujer?
Yo creo que la literatura boliviana es una literatura muy vital, muy singular, de una gran potencia que está dejando de ser una curiosidad para convertirse en una literatura vista con más contundencia. Tiene una visibilidad mucho más amplia de lo que la ha tenido en la historia y hoy se muestra sin ninguna timidez. De hecho, dos escritores bolivianos son finalistas del García Márquez. Entonces me parece que es una literatura que va a ser muy visitada.
En cuanto a las mujeres, hay una gran producción. Son ejemplo Johanna Rivero, Liliana Colanzi o en poesía Paura Rodríguez Leytón. Las mujeres han estado en la literatura pero marginalmente ya que siempre ha sido una literatura mucho más masculina pero ahora pienso que es un buen momento para la literatura y que va a seguir siendo materia de estudio.
Yo creo que la literatura boliviana es una literatura muy vital, muy singular, de una gran potencia que está dejando de ser una curiosidad para convertirse en una literatura vista con más contundencia.
Los premios impulsan…
Sin duda. Que un boliviano haya ganado el premio García Márquez puede ser un accidente pero que otros dos estén como finalistas ya no es un accidente, es una constatación. Y entonces en ese nivel es muy importante lo que está ocurriendo.
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