La UE advierte a Washington antes de la cita con Putin: "No se puede decidir el futuro de Ucrania sin Ucrania"
A pocos días del encuentro entre Donald Trump y Vladímir Putin, Bruselas fija su línea roja: ningún acuerdo será válido si implica la cesión de territorio ucraniano. Kiev reafirma que su integridad es innegociable, mientras Moscú busca consolidar su posición.
Europa cierra filas: la voz de Ucrania es imprescindible
En un comunicado conjunto firmado por 26 de los 27 países miembros, con la única excepción de Hungría, los líderes europeos enfatizaron que “el camino hacia la paz en Ucrania no puede decidirse sin Ucrania”. Esta declaración se produce justo antes de la cumbre virtual entre los líderes europeos y el presidente Trump para discutir la estrategia estadounidense frente a Moscú.
Kaja Kallas, jefa de la diplomacia europea, reafirmó con contundencia que “la secuencia de los pasos es importante. Primero, un alto el fuego incondicional con un sólido sistema de vigilancia y garantías de seguridad rigurosas”. Además, hizo un llamamiento explícito para que el presidente ucraniano, Volodymyr Zelenski, sea invitado a participar en la cumbre de Alaska, subrayando la necesidad de incluir a Ucrania en cualquier proceso de paz.
El comunicado añade: “Sólo pueden tener lugar negociaciones significativas en el contexto de un alto el fuego o una reducción de las hostilidades” y advierte que “una paz justa y duradera que traiga estabilidad y seguridad debe respetar el derecho internacional, incluidos los principios de independencia, soberanía e integridad territorial, y que las fronteras internacionales no deben modificarse por la fuerza”. Enfatizan que “compartimos la convicción de que una solución diplomática debe proteger los intereses vitales de seguridad de Ucrania y de Europa”, y que una Ucrania capaz de defenderse eficazmente es “parte integral de cualquier futura garantía de seguridad”.
Bruselas reafirma principios innegociables
La alta representante para la Política Exterior de la UE, Kaja Kallas, sintetizó el sentimiento europeo: cualquier paso hacia la paz debe comenzar con un alto el fuego incondicional, respaldado por mecanismos de verificación sólidos y garantías de seguridad duraderas.
Esta posición choca frontalmente con la sugerencia de Donald Trump de considerar un “intercambio de territorios” como parte de la negociación. Para Bruselas, tal enfoque legitimaría la anexión por la fuerza y erosionaría los principios del derecho internacional que han sido pilar de la estabilidad europea desde 1945.
La resistencia de Hungría y el escepticismo ante la cumbre
La única voz discordante en esta unidad europea fue la de Hungría, cuyo primer ministro Viktor Orbán se manifestó abiertamente crítico con la declaración, calificándola de “intento de sentar las bases para una reunión a la que no se invitó a los líderes de la UE”. Orbán señaló con desdén que “el hecho de que la UE quedara al margen ya es bastante triste. Lo único que podría empeorar las cosas es que empecemos a dar instrucciones desde la tribuna”, al tiempo que negaba ser un simple títere de Putin. El primer ministro húngaro sugirió que la única acción sensata sería “iniciar una cumbre UE-Rusia, siguiendo el ejemplo de la reunión entre Estados Unidos y Rusia”, planteando una visión alternativa al aislamiento de Moscú.
Washington: tanteo ambiguo y riesgos estratégicos
Donald Trump ha definido la reunión con Putin como un “tanteo” para “ver qué tiene en mente”. Sus declaraciones han oscilado entre la posibilidad de decir simplemente “Sigan luchando” o llegar a un acuerdo rápido. Sin embargo, su insinuación de que Kiev debería ser más “realista” respecto a la pérdida de territorio ha generado alarma en las capitales europeas y en el propio gobierno ucraniano.
Este enfoque, interpretado como una posible presión para aceptar una paz que sacrificaría soberanía, plantea el riesgo de fracturar la posición aliada y otorgar a Moscú ventajas políticas sin contrapartidas reales.
Críticas a Zelenski y la polémica del intercambio territorial
El presidente estadounidense ha expresado también sus críticas hacia el liderazgo ucraniano. Trump señaló que Zelenski “estuvo en el poder durante toda la guerra y no pasó nada”, al tiempo que dejó claro que no ve “ninguna posibilidad de que Ucrania recupere el territorio perdido”. Esta visión ha encendido alarmas en Kiev y entre sus aliados europeos, que interpretan que la propuesta implícita de un “intercambio de territorios” es una traición a la soberanía ucraniana.
Zelenski, por su parte, mantiene una postura firme, rechazando cualquier cesión de territorio. En sus declaraciones, advirtió que renunciar a regiones como Donbás “solo serviría como un trampolín para una futura nueva ofensiva rusa”. Para el presidente ucraniano, la soberanía nacional es un principio “innegociable” y su país no es “una propiedad privada que pueda ser objeto de un intercambio”.
Kiev: soberanía innegociable
El presidente Volodímir Zelenski ha sido tajante: no habrá cesión de territorio. Considera que entregar regiones como Donbás o Zaporiyia equivaldría a crear un trampolín para futuras ofensivas rusas. Además, ha insistido en que Ucrania no es una propiedad intercambiable y que cualquier tratado que reconozca anexiones sería inaceptable para su pueblo.
Esta postura reafirma la determinación de Kiev de defender su integridad territorial incluso si eso implica prolongar la guerra.
La visión de Rusia y el riesgo de normalización
Desde Moscú, el Kremlin ha confirmado la celebración de la reunión, describiéndola como un paso lógico hacia la resolución del conflicto. Un asistente del Kremlin definió Alaska como un lugar “donde los intereses económicos de nuestros países se cruzan”, evidenciando la intención rusa de restablecer lazos diplomáticos y económicos con Estados Unidos.
No obstante, Rusia no ha mostrado indicios de voluntad para ceder las ganancias territoriales obtenidas durante la guerra, y la cumbre es vista por muchos analistas como un intento de legitimar su posición actual más que como un espacio para negociar un retiro.
Cronología diplomática
- Principios de agosto – Contactos iniciales entre Washington y Moscú para organizar la cumbre.
- 5 de agosto – Bruselas expresa inquietud por la posible exclusión de Ucrania en las conversaciones.
- 8 de agosto – Trump insinúa públicamente la posibilidad de un “intercambio de territorios” con Rusia.
- 11 de agosto – Kaja Kallas reafirma que la integridad territorial es un principio innegociable.
- 12 de agosto – 26 líderes de la UE (a excepción de Hungría) firman una declaración exigiendo que Ucrania tenga voz y voto en cualquier proceso de paz y respaldando su camino hacia la adhesión comunitaria.
El tablero, en tensión
La cumbre de Alaska se presenta como una prueba de fuego para la arquitectura de seguridad europea. La UE llega con un frente diplomático mayoritario y sólido, Washington con una postura abierta a ajustes rápidos, Kiev con una resistencia política y militar intacta, y Moscú con una estrategia para legitimar su control. En este contexto, el resultado podría marcar no solo el destino del conflicto, sino también el futuro del orden internacional basado en el derecho.
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