“Niños heridos sin familia”: la tragedia invisible de Gaza que desborda a las organizaciones humanitarias
Según The Guardian, el aumento de menores heridos y huérfanos —los llamados WCNSF— refleja el colapso total del sistema de protección infantil tras años de guerra y hambre.
Según informa The Guardian, el número de niños heridos sin familiares supervivientes, conocidos por las siglas WCNSF (Wounded Child, No Surviving Family), crece sin freno en la Franja de Gaza, mientras las organizaciones humanitarias intentan encontrar adultos que puedan cuidar de ellos.
El término, acuñado por los equipos médicos de emergencia, se ha convertido en un símbolo de la devastación humanitaria que deja tras de sí el prolongado conflicto entre Israel y Hamás. “Es el primer conflicto en el que se necesitó un término así”, explicó Kieran King, director humanitario de War Child, una de las ONG británicas que trabaja sobre el terreno. “Nunca antes habíamos afrontado un desafío de protección infantil de esta magnitud”.
Según Unicef, que cita datos del Ministerio de Salud de Gaza, hasta 2.596 niños han perdido a ambos padres, mientras que más de 53.000 han perdido a uno de ellos. Aunque no existen cifras exactas sobre los menores heridos sin familia, la agencia advierte que Gaza registra hoy la mayor tasa de amputaciones infantiles de cualquier conflicto moderno.
Uno de los casos más desgarradores es el de Wesam, una niña de tres años que sobrevivió al bombardeo que destruyó su casa en la ciudad de Gaza. Sus padres, su hermano y sus abuelos murieron. Ella resultó gravemente herida en la pierna y el abdomen. “Necesita evacuación médica urgente para salvar su pierna izquierda”, alertó Unicef.
Los hospitales de campaña de Médicos Sin Fronteras (MSF) reciben a diario niños heridos sin acompañantes. “Tratamos sus heridas, pero luego no hay ningún entorno estable que los proteja”, lamenta Jacob Granger, coordinador de emergencias de MSF en Deir al-Balah, al sur de Gaza. “No hay tejido social ni instituciones que puedan acogerlos”.
La guerra ha fragmentado comunidades enteras. Los trabajadores sociales de War Child recorren los campos de desplazados en busca de menores no acompañados, tratando de emparejarlos con familias que aún puedan ofrecer cuidado temporal. Pero los recursos son escasos: el hambre, la falta de transporte y las constantes órdenes de evacuación dificultan toda ayuda.
Entre los menores atendidos por War Child se encuentra Radeh, de 13 años, que perdió a sus padres y sufre síntomas de shock y ansiedad severa. “Encontrar consuelo es casi imposible, pero el arte y el dibujo la ayudan a canalizar su dolor”, explica el informe de la ONG.
Otros, como Ahmad Abu Hilal, de 12 años, ven truncados sus sueños. Soñaba con ser médico o futbolista, pero un proyectil israelí le destrozó una pierna mientras visitaba a su tía en Khan Younis. “Mi mayor temor es que no vuelva a caminar nunca más”, confiesa su madre, Sabreen.
Para los niños sin familia, el trauma es doble: físico y emocional. “Cada intento de volver a caminar les recuerda el momento en que perdieron a su familia”, resume Granger. “Y no hay lugar seguro en Gaza”.
El drama de los WCNSF simboliza una generación marcada por la pérdida, el miedo y la ausencia total de futuro. Para las ONG, es una crisis humanitaria sin precedentes en el siglo XXI.
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