Macron desafía a su propio gobierno: reimpone a Lecornu en medio del caos político francés
El presidente francés revalida a Sébastien Lecornu como primer ministro apenas cinco días después de su dimisión. La decisión, ampliamente rechazada por los partidos, agrava la crisis de gobernabilidad y deja a Macron más aislado que nunca.
Emmanuel Macron sorprendió al país con un movimiento político tan calculado como polémico: reinstaurar a Sébastien Lecornu como primer ministro. El anuncio llegó tarde, pasada la noche del viernes, tras una jornada marcada por la confusión, la división entre los partidos y la sensación generalizada de improvisación. Francia, exhausta por semanas de incertidumbre, asiste así a un regreso que muchos ven como un reflejo del estancamiento político actual.
La reunión que lo cambió todo
El desenlace se fraguó en una cita de madrugada en el Palacio del Elíseo. Convocados por correo electrónico a las dos de la mañana, los líderes de casi todas las formaciones políticas —excepto La Francia Insumisa y el Reagrupamiento Nacional— acudieron al encuentro con un Macron determinado pero rodeado de escepticismo. “La sensación es de puro caos”, admitió un diputado de la propia mayoría presidencial.
Durante más de dos horas, el jefe de Estado escuchó propuestas y reproches, sin lograr un consenso. Al término de la reunión, la conclusión fue la misma que se intuía desde el principio: Macron no cedería.
Un nombramiento que divide y debilita
El retorno de Lecornu no solo contradijo el sentir de los partidos opositores; incluso dentro del movimiento presidencial Renaissance hubo voces críticas. Muchos se preguntan por qué se aceptó su dimisión el lunes si iba a ser restituido el viernes. El ex primer ministro había durado apenas 836 minutos en el cargo, y su regreso es interpretado como una muestra de la obstinación del presidente.
En su primera declaración tras ser reelegido, Lecornu defendió su designación con un tono de compromiso institucional:
“Acepto —por deber— la misión que me ha confiado el presidente de la República: hacer todo lo posible para dar a Francia un presupuesto antes de fin de año y responder a los problemas de la vida cotidiana de nuestros compatriotas.”
Fractura en la mayoría presidencial
El nombramiento provocó un inmediato efecto dominó. Horizons, el partido del ex primer ministro Édouard Philippe, anunció que no integrará el nuevo Ejecutivo. Los Republicanos siguieron el mismo camino, mientras que los socialistas condicionaron cualquier apoyo a un programa concreto. A las 21:30, nada estaba decidido, salvo una certeza: nadie quería a Lecornu.
Esa falta de respaldo amenaza con bloquear la aprobación del presupuesto y reaviva el fantasma de una nueva disolución parlamentaria.
Concesiones mínimas y tensiones máximas
Durante la reunión en el Elíseo, Macron intentó calmar los ánimos ofreciendo una única concesión: retrasar un año la aplicación de la reforma de pensiones, hasta enero de 2028. Para entonces, él ya no ocupará el Elíseo. El gesto, sin embargo, no bastó para recomponer una coalición deshilachada.
El entorno presidencial justifica la decisión apelando a la urgencia institucional: “Había que hacer todo lo posible para evitar una nueva disolución”, aseguran fuentes del equipo de Macron. Entre las prioridades citan la aprobación del presupuesto, la estabilidad internacional y la crisis en Nueva Caledonia.
Una presidencia cada vez más solitaria
La escena política francesa se encuentra, nuevamente, en un punto muerto. Cuatro primeros ministros en poco más de un año reflejan la inestabilidad que atraviesa el mandato de Macron. Con una Asamblea Nacional fragmentada y partidos mirando ya hacia las presidenciales de 2027, el presidente parece rodeado de aliados cansados y adversarios fortalecidos.
Mientras tanto, Marine Le Pen capitaliza la situación. Desde un congreso de bomberos, ironizó en redes sociales: “Es un honor que no nos haya convocado. Nosotros la reunión la tenemos con la gente.”
Epílogo: la incógnita del tiempo
Sébastien Lecornu, que hace apenas días aseguraba que su etapa en Matignon estaba concluida, definió su papel con una frase que hoy cobra nueva fuerza: “Soy un soldado.” Ese soldado regresa al frente de una República herida, en una batalla donde la mayor pregunta sigue siendo cuánto tiempo podrá resistir su propio mando.
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