Colau, Asens, Domènech, Pisarello y Roures, un quinteto para amenizar el verano
Si reflexionamos tranquilamente, sin prisa pero sin pausa, podemos darnos cuenta de que hay demasiados salvadores/as de la patria. Todos ellos se ofrecen para liderar una plataforma conjunta que les lleve a ese objetivo.
En realidad, sus pretensiones son las de liderar, o estar dentro del proyecto. Eso sí, con mando en plaza. Siempre son los mismos, que cambian de siglas, o aquellos/as que han declarado, no hace tanto tiempo, que dejaban la política. Claro que eso era solo de boquilla y por poco tiempo. Vuelven de nuevo transformados en lo que sea: si no son ellos, el mundo se acaba.
Dicen que los experimentos se hacen en casa y con gaseosa. Pero eso es válido para los demás, no sirve para uno mismo, ser insuperable. Si no, que se lo digan a unos cuantos: Ada Colau, que “dejó la política”; Jaume Asens, tres cuartos de lo mismo; y como no hay dos sin tres, pues Xavi Domènech hizo lo propio. Pero la verdad es que siguen moviendo hilos, pisando a los que haga falta para seguir, como se dice en Catalunya, “en la pomada”. Sin olvidar, en todo este grupo de “salvadores de la patria” —¿qué patria?, la que toque en cada momento—, no falta el vicepresidente del Congreso, Gerardo Pisarello, el que mejor está ahora colocado y nada en el mar de la política como nadie.
La historia de este grupo de “políticos por la pasta” es larga, complicada, pero a la vez sencilla
Todos ellos vienen del PSUC (el partido madre) y sus distintos nombres posteriores de partidos. Se fueron adaptando. Ellos son muy adaptativos, en demasiadas ocasiones contradictorios. ¿Comunistas e independentistas a la vez? Sí se puede (con permiso de Podemos), porque lo dicen ellos y la gente lee poco.
Y eso que en la fundación de los Comunes hablaban de una “república catalana que comparte la soberanía con el Estado”. Además, desde sus inicios se habló del diálogo y la unidad de la izquierda. Por ello, cuando se constituyó Podemos, fruto del movimiento del 15M, fue un éxito en ese momento. Después, las cosas no eran lo que explicaron.
Se creó Podemos en Catalunya, pero era una mera sucursal de Madrid en todo, hasta el dinero de los regidores de los ayuntamientos que habían sido elegidos en las municipales debía enviarse a la capital. Más de uno se resistió. Pero no había infraestructura, ni asesores, ni nada de nada. Lo importante era el partido nacional y los cuatro que mandaban.
Cuando Pablo Iglesias era tan amigo de Colau, y esta había constituido su “propio” partido con familiares y amigos, el coletas le puso en sus manos a Podemos Catalunya, con el beneplácito de los que lo dirigían en aquel momento, porque ellos y sus parientes tenían cargos y buenos sueldos. Se trataba de eso y de liquidar a los que no estaban de acuerdo. Así le fue a Podemos en Catalunya: quedaron integrados en los Comunes. Ahora están a la greña, pero ellos son los responsables de lo sucedido.
Ya en esos tiempos se hablaba de la unidad de la izquierda, siempre y cuando la controlaran ellos. La unidad se fue como el agua en el inodoro después de tirar de la cadena. Ahora vuelven de nuevo con la copla tan vieja de la unidad de la izquierda, en este caso en Catalunya, sin Podemos, porque Pablo Iglesias y Colau terminaron como el rosario de la aurora.
El trío de la bencina —Colau, Asens y Domènech— habla de hacer un frente común, o un tripartito “especial” con ERC, la CUP y los Comunes para hacerle la puñeta, de paso, a los socialistas de Salvador Illa. Y sin contar con Junts, que ellos definen como la derecha independentista catalana, y dejando de lado a los de Podemos Catalunya, cuyos miembros mayoritariamente se han pasado o acabarán haciéndolo a los Comunes. Alguien dijo que “para ser interesante, uno tiene que provocar”.
Pero la cosa no termina aquí. Otro ex comunista/independentista, Jaume Roures, peleado con su socio de toda la vida en las productoras (tuvo que vender sus acciones y romper peras con él), tiene la “sana idea” de estar en el fregao, sin que se note mucho. ¿Pondrá dinero? ¿Romperá sus relaciones “profesionales” con los sociatas? Como se suele decir, “toda persona tiene un precio”, y Roures puede tenerlo: es humano, ambicioso y sabe cómo hacerlo. Es un maestro en esas artes.
Con ese frente común de la izquierda de todo tipo —ERC, Comunes y CUP (menuda mezcla)—, la serpiente de verano (con permiso de los casos de presunta corrupción) está servida. ¿Servirán las vacaciones para que los teléfonos de los interesados estén conectados? ¿Han echado la caña para ver qué se pesca? Todo es posible, pero algunos estarán preocupados/as por si no cuentan con ellos. Al final, todos venden cambios, pactos, para que todo siga igual, con las mismas personas.
Carmen P. Flores
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