¿El caso Milone puede dinamitar el Vaticano?

Muchas veces, demasiadas, la realidad supera la ficción, se suele decir cuando las cosas que ocurren se parecen más a la ficción que a la realidad. Pero es así: la realidad, la que protagonizan las personas, puede llegar a límites inimaginables para la gente normal.

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En el órgano máximo de la Iglesia, el Vaticano —no como edificio físico, sino como concepto del poder de la Santa Madre Iglesia—, parece que de Santa, en demasiadas ocasiones, tiene poco. Las conspiraciones, las luchas internas por el poder en todos sus campos (especialmente el económico) han sido y siguen siendo una constante. ¿Se acuerdan del libro (también llevado al cine) Rebelión en la granja, del escritor George Orwell? Seguro que muchas personas sí se acuerdan de alguno de los dos formatos.

Pues bien, Libero Milone, el primer revisor general de la historia de la Santa Sede, experto contable, fue despedido (en 2017) por la “vieja guardia” del Vaticano a la que molestaba. Milone afirmaba hace unos pocos días que “lo escrito por Orwell es el ejemplo perfecto para describir lo que ocurre en el Vaticano. En el libro, los cerdos representan el poder y la avaricia que conduce a la corrupción. En el Vaticano, hay poder, avaricia y corrupción”, explicaba Milone, que fue contratado por el Papa Francisco en 2015 para poner orden y salvar las “maltrechas finanzas”. Duró en su puesto solo dos años. El poder en la sombra se lo sacó de encima para que no destapara las tramas de la vieja guardia que hay dentro. Lo mismo le ocurrió a su exadjunto Panicco, que corrió con peor suerte.

Los dos fueron “dimitidos” y, además, sin indemnización. Estuvieron reclamando que se les abonaran sus salarios y no los recibieron. Ni siquiera pudieron hablar con el Papa Francisco; lo tenían aislado y alejado del conflicto. Así que decidieron demandar a sus “jefes” terrenales por despido injustificado, pérdida de ingresos y daños reputacionales. Ya se sabe, “con la Iglesia hemos topado”, que se dice. Ahí está el muro de los poderosos que se creen “divinos”.

Milone continúa con su lucha, mientras que Panicco murió de cáncer hace dos años, declarando en ese momento que los funcionarios de la Ciudad del Vaticano habían confiscado y retenido sus registros médicos personales, retrasando su tratamiento… ¿Casualidad? Mientras que Milone fue acusado por el cardenal Becciu de espiar las finanzas privadas de altos funcionarios de la curia —incluido el propio Becciu—, ¿pero disponen de  finanzas particulares, con la necesidad que tienen los pobres? Como el cardenal Becciu no era trigo limpio, en un caso aparte fue condenado por un tribunal de la Ciudad del Vaticano por corrupción y abuso de poder, en el mismo año en que “murió de cáncer” Panicco.

A Milone y su adjunto los despidieron por algo tan sencillo como hacer bien su trabajo y tratar de dejar claras las actuaciones de personajes como Becciu, que realizaba inversiones cuestionables y prácticas financieras ilícitas. Según declaraba Milone en 2022 a una publicación, “lo que pasó es que descubrí que había cardenales que se metían dinero en los bolsillos y hacían cosas raras”. El caso Milone está ahí, y no va a dejarlo hasta conseguir lo que siempre ha querido: restituir su reputación y cobrar los salarios que se le adeudan.

El Vaticano no ha estado exento de conflictos económicos (hay muchos más), como el famoso “escándalo del Banco Vaticano”, donde se descubrieron casos de corrupción, vínculos con la mafia y movimientos de dinero a paraísos fiscales. Mientras que el banquero Roberto Calvi, conocido como el “banquero de Dios” por su estrechísima relación con la cúpula de la Santa Sede, era el presidente del Banco Ambrosiano —vinculado al Vaticano, a un grupo masónico y a la mafia—, cuando se destapó el escándalo fue encontrado colgado bajo el puente de Blackfriars, en Londres, en 1982. Su familia siempre ha dicho que no se suicidó, sino que fue ejecutado.

Ahora, el caso Milone vuelve a estar en los medios, tras la rueda de prensa que realizó su autor hace pocos días. Los avisos son muy claros: o se aclara su situación, o el otoño puede ser muy complicado para la Santa Sede y algunos de sus altos “cargos” eclesiásticos, esos que, aprovechándose de sus cargos, no aplican la doctrina predicada por Jesús, sino la propia: “la caridad  bien entendida empieza por uno mismo”. ¿El nuevo Pontífice estará dispuesto a recibir a Libero Milone y que le explique las mafias que tiene a su alrededor? Si de verdad quiere limpiar el Vaticano, lo hará; si no, mirará para otro lado, que es lo más cómodo para no tener problemas. ¿Dios proveerá?

 

Carmen P. Flores

 

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