La Catalunya ambiciosa

Catalunya juega en el tablero de la nueva revolución geopolítica mundial. 

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La computación cuántica no es solo una promesa científica. Foto de archivo

 

La humanidad se encuentra ante un cambio de paradigma que podría redefinir las bases mismas del poder global. La computación cuántica, según Bank of America, representa una revolución tecnológica de una magnitud comparable al descubrimiento del fuego. Esta comparación no es hipérbole: hablamos de máquinas capaces de resolver en un segundo lo que a un ser humano le tomaría 50 quintillones de años, es decir, 3.6 mil millones de veces la edad del universo. El potencial de esta tecnología no solo reside en su capacidad de cálculo, sino en su poder para reconfigurar industrias enteras, alterar la economía global y redefinir la seguridad digital. En este contexto, no resulta exagerado hablar de un nuevo orden mundial en gestación.

Aún estamos en los albores de la era cuántica. Los errores en los sistemas y la inestabilidad de los qubits limitan su rendimiento, pero los expertos prevén que para 2033 la computación cuántica será plenamente funcional y útil en la práctica

Un qubit es como una versión cuántica del bit, la unidad básica de información que usan los ordenadores. Mientras que un bit clásico solo puede ser 0 o 1, un qubit puede ser 0 y 1 al mismo tiempo, gracias a una propiedad llamada superposición. Imagina una moneda girando en el aire: mientras está girando, no es ni cara ni cruz, sino una mezcla de ambas. Esa capacidad permite a los ordenadores cuánticos probar muchas posibilidades a la vez, resolviendo en segundos problemas que a los ordenadores actuales les tomarían miles de años.

Pues los avances en la calidad y fidelidad de los qubits están acercando esa frontera. Cuando llegue, su impacto será transversal: desde el descubrimiento de fármacos hasta la logística, pasando por la criptografía y la ciencia de materiales. Por ello, Bank of America estima para este nuevo escenario, un mercado de 2.000 millones de dólares en 2035, aunque el verdadero valor podría equipararse al del PIB global.

Pero lo más inquietante  es la posible convergencia entre la computación cuántica y la inteligencia artificial generativa. De esa unión podría emerger una “Inteligencia Artificial Superior”, con capacidades que harían parecer primitivas a las máquinas actuales. En esa carrera, quien domine la infraestructura cuántica controlará el conocimiento, la innovación y, probablemente, la política internacional. De ahí que no sorprenda que las inversiones ya superen los 42.000 millones de dólares, con China liderando el 35% de ellas. La “carrera cuántica” no es solo tecnológica: es una pugna por el liderazgo global del siglo XXI. Y, como ocurrió con el fuego, solo quienes aprendan a dominarlo marcarán el destino de los demás.

Y en esta carrera Catalunya está construyendo un ecosistema cuántico propio, combinando investigación puntera, talento académico y startups especializadas. La Universitat Politècnica de Catalunya ofrece ya un máster en Quantum Science and Technology, mientras que el clúster Quantum CAT agrupa a universidades, centros tecnológicos y empresas para impulsar la computación, la comunicación y la detección cuántica. En el ámbito empresarial, destaca Qilimanjaro Quantum Tech, con sede en Barcelona, empresa dedicada a desarrollar procesadores cuánticos analógicos e híbridos. Este tejido emergente demuestra que Catalunya busca su espacio en esta nueva economía, cuántica.

El reto, sin embargo, no es menor. La carrera cuántica global exige inversión sostenida, infraestructuras de alto nivel y una estrecha colaboración entre el mundo académico y la industria. Catalunya cuenta con una sólida base científica y tecnológica, pero necesitará reforzar su apuesta de colaboración pública-privada si quiere competir en este tablero internacional. Además, puede aprovechar sus fortalezas en sectores como la química, la logística portuaria o los materiales avanzados para especializarse en aplicaciones cuánticas de alto valor añadido.

La computación cuántica no es solo una promesa científica: es una apuesta estratégica por el futuro del conocimiento y la soberanía tecnológica. Si Catalunya logra mantener el ritmo y consolidar su ecosistema cuántico, podría situarse entre los nodos europeos que definan cómo se escribe este nuevo orden mundial. Porque en el siglo XXI, la soberanía no se medirá únicamente en recursos naturales, sino en la capacidad de gestionar la información a nivel cuántico. Ante este escenario Catalunya se muestra ambiciosa. 

 

 

 

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