¿La izquierda plurinacional de Gabriel Rufián choca con el modelo de alianzas de Sumar de Yolanda Díaz?
La fragmentación del voto de izquierdas y el auge de la derecha preocupan a Gabriel Rufián
Gabriel Rufián ha lanzado esta semana una propuesta que ha reactivado el debate sobre el futuro de la izquierda alternativa en el país. El líder de Esquerra Republicana ha puesto sobre la mesa, la posibilidad de construir un frente plurinacional de izquierdas que agrupe a las fuerzas soberanistas, federalistas e independentistas nacionales en una sola candidatura. El planteamiento del republicano parte de un diagnóstico claro: “La suma hoy no da”, y si no se construye un proyecto común, “nos van a matar por separado políticamente”. En una clara respuesta al crecimiento de las fuerzas de derecha de cara a unas futuras elecciones al Congreso.
Inspirado en la coalición europea Ahora Repúblicas —que en las elecciones europeas de junio de 2024 logró más votos que Sumar y se convirtió en la cuarta fuerza estatal, por detrás de PP, PSOE y Vox—, Rufián propone trasladar esa experiencia al Congreso, articulando una candidatura que represente a la izquierda periférica con discurso propio y a la izquierda del Partido Socialista.
Sin embargo, la propuesta ha sido desautorizada por la dirección de ERC, que asegura que esa posibilidad no está sobre la mesa. Los republicanos han añadido que Rufián no ha hablado en nombre del partido. Por lo que se desmarcan, al menos por ahora, de la propuesta. Esta distancia interna refleja las tensiones entre el eje político y el institucional dentro de Esquerra, y plantea interrogantes sobre el liderazgo del posible frente.
En paralelo, Yolanda Díaz ha reaccionado con una visión contraria a la creación de un solo frente de izquierdas. En una entrevista a Antena 3, ha abogado por una “alianza democrática basada en un programa de mínimos”, construida sobre principios compartidos y no sobre la suma de siglas. “Lo importante es dar esperanza”, afirmó, marcando distancia con el modelo de coalición formal que plantea Rufián.
Esta divergencia de modelos refleja una fractura estratégica: Rufián apuesta por una coalición electoral de fuerzas periféricas; Díaz, por una coordinación flexible basada en contenidos. Ambas coinciden en la urgencia y en la necesidad de combatir a las fuerzas de la derecha, pero discrepan en la arquitectura política.
Si bien es cierto que mirando a las europeas, Rufián parece tener la razón, el precedente andaluz añade matices y da fuerza al discurso de Yolanda Díaz. En 2022, la coalición Por Andalucía intentó agrupar a IU, Más País y Verdes Equo con el apoyo parcial de Podemos. El resultado fue limitado: 5 escaños y un 7,7 % de los votos. Nada espectacular ni especialmente exitoso. La falta de cohesión entre actores, los fallos en la inscripción de Podemos y el escaso relato compartido debilitaron el proyecto. El caso refuerza el argumento de Díaz: la unidad no se construye sumando logos, sino narrativas. Mucho menos cuando las discrepancias internas rompen la unidad del grupo.
El voto dividido, el miedo de Rufián
Como expresa Gabriel Rufián, el hecho de que haya tantas fuerzas de izquierdas que se repartan los votos puede acabar suponiendo un grave inconveniente a la hora de disputar el gobierno a las fuerzas de la derecha. Así lo expresó el republicano: "Me da igual cómo sea, me da igual quién lo lidere, me da absolutamente igual, pero es que si aquí no nos ponemos de acuerdo, nos van a matar por separado, políticamente".
¿Por qué dividirse puede costar caro en escaños?
En el sistema electoral español, ir por separado puede salir muy caro para los partidos con afinidad ideológica, especialmente en el bloque progresista. Aunque algunos sumen muchos votos a nivel estatal, eso no garantiza más escaños. ¿La razón? España reparte los escaños provincia por provincia, no por el total nacional.
Cada provincia tiene un número limitado de escaños (a veces solo tres o cuatro), y ahí los partidos más votados se lo llevan casi todo. Si la izquierda está fragmentada en varias candidaturas, ese voto se dispersa y puede quedarse sin representación, aunque la suma total sea considerable. En resumen, si la izquierda se fragmenta, PP y Vox ganan mucha fuerza. En cambio, si esos partidos van juntos en una sola lista, concentran el voto y tienen más opciones de obtener escaños, incluso en los territorios más difíciles.
Así que sí: dividirse significa regalar escaños al adversario. Y eso explica por qué voces como las de Gabriel Rufián apelan a una candidatura conjunta, mientras figuras como Yolanda Díaz insisten en la necesidad de una alianza sólida, con programa compartido, aunque no necesariamente bajo las mismas siglas. Un proyecto común no solo suma votos: multiplica escaños.
Una coalición de izquierdas podría excluir a Junts
A través de una simulación realizada a través de la inteligencia artificial, Catalunya Press ha podido concluir que, teniendo en cuenta todos los escaños que la coalición de izquierdas habría podido ganar en las pasadas elecciones al Congreso, el gobierno de España habría sido sustancialmente diferente.
Los datos ofrecidos por la IA indican que PSOE y sus socios de gobierno no necesitarían el apoyo de Junts. La formación de Míriam Nogueras es uno de los principales dolores de cabeza para el PSOE, que en la situación actual debe contar con el beneplácito de la derecha catalana para sacar adelante sus propuestas. Por lo que una coalición de izquierdas sí que puede tener unos efectos reales sobre el resultado de las elecciones y su obra de gobierno.
¿Un frente de izquierdas... con Rufián al mando?
En este contexto, emerge una cuestión inevitable: ¿quién lideraría un frente de estas características? Rufián, como impulsor de la propuesta, tiene visibilidad mediática, experiencia parlamentaria y conexión territorial, pero también genera resistencias: es una figura polarizante y su autonomía discursiva dentro de ERC ha sido puesta en entredicho y es independentista, algo que puede generar algunas reticencias entre los votantes.
Por otro lado, si hay una figura capaz de arrastrar a la izquierda, ese es Rufián, que, con sus matices, consigue ser una de las caras visibles del espectro de la política de izquierdas a nivel nacional.
Un liderazgo personal podría generar tensiones entre territorios. ¿Aceptarían Bildu, BNG, Adelante Andalucía o Ara Més que el portavoz fuera catalán y de ERC? ¿Cómo se repartiría el protagonismo político en una candidatura plurinacional?
Lo que está en juego no es solo quién encabeza el cartel, sino cómo se articula un relato plural, inclusivo y eficaz frente al avance de la derecha extrema. Como advierte Rufián, “menos pureza y más cabeza”. Como replica Díaz, “no es la suma, es la esperanza”.
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