Protégete del calor extremo: así puedes seguir entrenando de forma segura este verano
Mantenerse activo durante el verano puede ser beneficioso para la salud física y mental, siempre que se tomen las precauciones adecuadas.
Con la llegada del verano y el aumento constante de las temperaturas, adaptar la práctica de ejercicio físico a la nueva realidad climática es esencial. Las olas de calor extremo ya no son fenómenos esporádicos, sino una constante estacional con importantes implicaciones para la salud pública.
Diversas investigaciones señalan que las altas temperaturas pueden aumentar el riesgo de mortalidad, generar complicaciones en el embarazo, afectar la salud mental y reducir el rendimiento físico y cognitivo. Además, el calor excesivo puede impactar negativamente en la productividad y en la calidad de vida, en especial en entornos urbanos, donde los efectos se ven amplificados por el tráfico, los edificios y las infraestructuras.
Más de la mitad de la población mundial vive en ciudades, y se estima que esta cifra crecerá considerablemente en las próximas décadas. En estos entornos, millones de personas están expuestas con frecuencia a episodios de calor intenso, lo que subraya la necesidad de estrategias de adaptación y prevención que protejan la salud.
Algunas ciudades del mundo han comenzado a desarrollar soluciones de infraestructura para hacer frente a este desafío, como edificios verdes o sistemas urbanos de enfriamiento. No obstante, sin medidas decididas para gestionar el riesgo, las amenazas derivadas del calor seguirán en aumento.
Ejercicio físico en verano: prevención y adaptación
Mantenerse activo durante el verano puede ser beneficioso para la salud física y mental, siempre que se tomen las precauciones adecuadas. Las actividades al aire libre en las horas centrales del día (entre las 12:00 y las 17:00) pueden representar un riesgo incluso para personas sanas, por lo que es fundamental repensar los horarios y espacios donde se realiza ejercicio.
Los entrenamientos en interiores, en entornos frescos, ventilados y controlados, permiten continuar con la práctica deportiva sin exponerse a golpes de calor o deshidratación. Esta opción resulta especialmente relevante durante los picos de temperatura.
Los beneficios de mantener una rutina física en verano son numerosos: mejora la salud cardiovascular, fortalece músculos y huesos, regula el metabolismo, reduce el estrés y mejora la calidad del sueño. Además, la actividad física regular contribuye al equilibrio emocional y al bienestar general, factores especialmente importantes en épocas de calor, cuando el cuerpo y la mente pueden estar sometidos a mayor estrés.
Ante las condiciones climáticas extremas que se prevén cada vez con más frecuencia, adaptar el ejercicio a espacios seguros y horarios adecuados se convierte en una herramienta clave para la prevención y el cuidado de la salud.
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