La lucha por la libertad efectiva de mujeres y hombres ha introducido cambios importantes, tanto en los hábitos sociales como en los marcos jurídicos de las sociedades occidentales. Hoy disponemos de leyes favorables a la igualdad, de las más avanzadas, en algún caso pioneras en Europa y en el mundo. Pero sabemos que no es suficiente para hacer efectiva la igualdad y superar una realidad de desigualdad y división sexual de los trabajos y del cuidado, romper el techo de cristal o erradicar la violencia machista. La sociedad es aún profundamente patriarcal y el predominio ideológico neoliberal -mercantilista, individualista y competitivo- refuerza aún más esta realidad. Por eso hay que seguir forzando cambios para hacer efectiva la igualdad real. Desde la denuncia de las realidades que hoy mantienen la desigualdad y desde la exigencia de los cambios estructurales, legales y culturales que ayuden a superarlo. También desde las prácticas y los compromisos de las organizaciones sociales y políticas y de las instituciones que tienen que empujar los cambios.
Transformar la realidad no es sólo reclamar cambios políticos y jurídicos, es también asumir actitudes y prácticas que empujen su materialización y pongan las bases sociales sobre las que se pueda sustentar un nuevo entramado jurídico y cultural que haga efectiva la igualdad y la libertad de hombres y mujeres en sociedad. Para ello se requiere que haya unos agentes preparados para esta transformación, que estén adaptados a los retos que tenemos delante. Hoy estamos asistiendo a retrocesos en derechos, la radicalización de las tesis conservadoras y neoliberales, la versatilidad del patriarcado, en un contexto social, económico y político hostil, que cada día que pasa rebaja muchos de los avances logrados y, de manera especial, deja más mujeres con menos derechos, más precariedad y más desigualdad.
Es necesario que las organizaciones sociales se repiensen también en clave de género. Estas, formadas por personas, no son neutras y se asientan en la cultura patriarcal dominante. Difícilmente se podrán afrontar los cambios sociales que la realidad reclama, si las organizaciones que articulan los conflictos sociales y empujan las transformaciones, no son capaces de analizar a sí mismas y al entorno con ojos libres de discriminación y no incorporan en las sus prácticas nuevas formas y símbolos que proyecten en su actuación parte de lo que se reclama.
Hoy, en el mundo del trabajo, las mujeres siguen ocupando, en términos generales, los empleos más precarios y mal pagados, la brecha salarial crece y las políticas y los planes de igualdad en las empresas han retrocedido con la excusa de la crisis. Las violencias machistas son un flagelo con el que la sociedad parece haberse acostumbrado a convivir, con ausencia de una política integral que haga frente, en la prevención y en el apoyo a las víctimas. Los tiempos de trabajo y los tiempos de vida son constructos desconectados a partir de la asunción de una cultura dominante que se soporta en la división sexual de las tareas productivas y de cuidado, lo que termina también proyectándose en horarios, corresponsabilidades, formas de trabajo.
Seguimos hablando de incorporar mujeres en los espacios públicos y de responsabilidad, pero obviamos traducir en reivindicación y acción el hecho de compartir, que es lo que dificulta realmente la incorporación de la mujer en espacios extrafamiliares. La organización social y sus referentes institucionales, sea la administración o los partidos o el resto de organizaciones y entidades, sindicatos incluidos, son todavía mayoritariamente masculinos y, a pesar de los avances de los últimos años, aunque la paridad real dista mucho de ser efectiva.
Estos son los retos que CCOO de Cataluña se plantea asumir en la celebración de la Conferencia de Mujeres y Hombres del sindicato. Creo que es oportuno reconocer la importancia de la que fue la primera conferencia, celebrada hace ya muchos años, una experiencia pionera que abrió un espacio de acción innovador y transformador en la realidad del movimiento sindical, tanto en la organización como en las empresas. Pero no se trata de hacer una celebración nostálgica o autocomplaciente: se quiere analizar cómo ha evolucionado la organización estos años; como todo lo acordado y los compromisos aprobados han materializado cualitativamente en la práctica cotidiana. A partir de aquí, ya la luz de los cambios que operan en el entorno, habrá que dibujar las nuevas líneas estratégicas de futuro que permitan seguir avanzando. Es necesario concretar propuestas, tanto organizativas propias como de acción y demanda social y política.
El lema elegido de la conferencia, que se celebra el 3 de marzo, ya es toda una declaración de lo que se quiere: "feminizar el sindicato". No es sólo hacer el debate sobre la acción y las prioridades sindicales en clave de género, es también plantear como se es capaz de articular un entorno organizativo que permita la conciliación personal con la exigencia de militancia, dedicación y compromiso que conlleva la lucha sindical, y también cómo se garantiza la presencia de las mujeres en el sindicato y en el centro de trabajo. Tan importante es el "qué" como el "como" se quiere hacer: con un formato abierto a toda la afiliación, mediante un proceso de debate presencial que organizarán el conjunto de organizaciones del sindicato, complementado con una encuesta de opinión que facilite la universalización del debate a toda la afiliación. El 3 de marzo se cerrará el proceso poniendo en común las reflexiones y las propuestas y aprobando las conclusiones.
Habrá que impulsar la participación, pensar la realidad y repensar las propuestas, a fin de que las conclusiones se traduzcan en cambios importantes en las formas organizativas del sindicato, en las plataformas reivindicativas de los convenios y en la exigencia a las políticas públicas de los gobiernos. Hacer avanzar la igualdad y la libertad efectiva de mujeres y hombres conlleva necesariamente cambios. Este es el reto que se plantea la conferencia de mujeres y hombres de la CONC: si queremos cambiar las cosas tenemos que cambiar las prácticas.
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