La evolución tecnológica condena a sectores enteros a desaparecer o cuando menos a reinventarse para sobrevivir. Los seguros del automóvil, tal y como los conocemos hoy en día, dejarán de tener una utilidad y una demanda cuando los vehículos autónomos sean mayoritarios en nuestras calles, o por lo menos, así lo consideran los expertos de Accenture John Cusano y Michael Costonis en el artículo Driverless Cars WillChange Auto Insurance. Here’sHowInsurers Can Adapt publicado por Harvard Business Review.
Los autores predicen que para 2035 habrá en EE.UU. 23 millones de vehículos totalmente autónomos. La llegada del coche autónomo tendrá una consecuencia directa inmediata: la caída drástica de la siniestralidad en las carreteras. Las estadísticas sitúan el factor humano como la causa principal en más del 90% de los accidentes. La conducción será más segura, con menos riesgos, y el número de indemnizaciones y pagos por parte de las aseguradoras caerá en picado. Las primas cobradas a los asegurados deberán, en consecuencia, adaptarse a la nueva situación y reducirse igualmente.
No obstante, aún queda un respiro para las empresas de seguros, puesto que la transición hacia el coche autónomo será gradual. En un escenario con cinco etapas -0 es que todos los vehículos son tradicionales y 5 es que todos son autónomos-, estaríamos actualmente entre el 0 y el 1: los coches empiezan a incorporar elementos relacionados con la autonomía. Queda tiempo para reaccionar antes de llegar al escenario 5.
La clave es que el sector del seguro del automóvil encuentre a tiempo nuevas formas de obtener ingresos en un mundo dominado por el coche autónomo. Cusano y Costonis identifican tres áreas susceptibles de ser explotadas por las empresas:
La ciberseguridad. Teniendo en cuenta que los coches cada vez en mayor medida serán equipos informáticos conectados a redes, el asegurar los vehículos ante el hackeo (ramsomware, ciberdelitos, uso indebido de la información…) será una fuente segura de ingresos. El artículo aventura la cifra de doce mil millones de dólares que se pueden mover por este concepto. Al hablar de la seguridad de flotas enteras de vehículos la cifra puede crecer exponencialmente.
Fiabilidad del producto. Los equipos de los coches autónomos son cada vez más sofisticados y, por ende, más onerosos. Fallos relacionados con el software, con la memoria de los dispositivos o con los algoritmos de inteligencia artificial pueden minar la confianza del usuario en la marca fabricante y hundir sus ventas. Es otro de los campos en los que existen oportunidades para las aseguradoras.
Seguros de infraestructuras. La infraestructura tecnológica necesaria de equipos y servicios en la nube para garantizar el funcionamiento de los vehículos autónomos es algo que también es susceptible de proteger y de asegurar.
Los pasos que recomiendan que sigan las compañías de seguros para adaptarse al nuevo entorno son los que siguen:
Desarrollar una especialización en big data y analítica, de forma que se pueda gestionar eficazmente toda la información que genera un coche autónomo.
Generar las infraestructuras y los modelos actuariales necesarios para adaptarse a las mejoras tecnológicas que van adaptando los coches.
Examinar el ecosistema de alianzas con socios estratégicos, como pueden ser los fabricantes de vehículos, las industrias de software y comunicaciones y administraciones públicas, entre otros.
Rediseñar el modelo de negocio actual, basado en asegurar miles de riesgos pequeños, y transformarlo en otro que asegure un reducido número de riesgos inmensos.