El PIB de España lidera la economía europea: ¿crecimiento sostenido o una ilusión de verano?

El crecimiento del 0'7% del PIB español reabre el debate sobre la calidad de empleo en esta época del año

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El PIB de España es el que más crece en Europa Foto: Archivo

 

España consolida su posición como la economía más dinámica del entorno europeo gracias al empuje de la demanda interna, una creación de empleo récord y la resiliencia del consumo familiar. Los organismos internacionales advierten, sin embargo, de riesgos latentes ligados al comercio exterior y al contexto geopolítico.

España ha vuelto a marcar la diferencia en el panorama económico europeo. El Producto Interior Bruto (PIB) creció un 0,7 % en el segundo trimestre de 2025, según los datos avanzados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), superando tanto las previsiones del consenso como la media de sus socios del euro. En términos interanuales, el crecimiento se mantiene estable en el 2,8 %, lo que consolida la imagen de una economía más resistente de lo previsto.

Este impulso se apoya, en gran medida, en la demanda interna, que ha aportado 0,9 puntos al avance trimestral y 3,4 puntos al crecimiento interanual. El consumo de los hogares ha registrado una subida del 0,8 %, mientras que la inversión empresarial ha crecido un notable 2,1 %, reflejando un entorno de confianza moderada pese a las incertidumbres exteriores. En contraste, el gasto público ha caído un 0,1 %, en línea con el discurso de contención presupuestaria del Gobierno.

El empleo resiste y mejora, pero con matices

En paralelo al crecimiento, el mercado laboral español sigue batiendo récords: el número de personas ocupadas supera ya los 22 millones, y la tasa de paro ha descendido al 10,29  %, el nivel más bajo desde 2008. Las horas trabajadas han crecido un 1,3  % respecto al mismo periodo del año anterior, y aunque la productividad por empleado ha bajado ligeramente (‒0,7 %), la productividad por hora se ha incrementado un 0,5 %.

Sin embargo, una parte importante de este dinamismo responde a la fuerte estacionalidad del verano, que activa el empleo en sectores como el turismo, la hostelería o los servicios logísticos. En Cataluña, por ejemplo, se han publicado más de 800 ofertas para cubrir vacantes estacionales, y muchas de ellas se encuadran en empleos de baja duración y escasa estabilidad contractual. Si bien estas contrataciones contribuyen a mejorar los datos agregados de paro y ocupación, no siempre se traducen en empleo estructural de calidad y a largo plazo.

Este fenómeno plantea interrogantes sobre la sostenibilidad del crecimiento laboral y la necesidad de avanzar hacia un mercado menos dependiente de los ciclos estacionales propios de los picos turísticos de las costas españolas.

Catalunya ante el reto arancelario

Catalunya se mantiene como uno de los motores económicos del país, con un crecimiento del PIB del 3,4 % interanual en el primer trimestre. No obstante, el nuevo acuerdo comercial entre la UE y EE. UU., que incluye un arancel del 15 % sobre exportaciones europeas, ha encendido las alertas en sectores clave de la economía catalana.

El Govern ha activado un plan de ayudas de 50 millones de euros para apoyar a cerca de 1.000 empresas catalanas afectadas, especialmente en sectores como el químico, agroalimentario o metalúrgico. El president Salvador Illa ha subrayado la necesidad de diversificar mercados estratégicos, en especial hacia Asia, para reducir la dependencia del mercado norteamericano. Esta estrategia busca contener el impacto sobre productos emblemáticos como el vino, el aceite o los componentes industriales.

¿Puede mantenerse este ritmo?

El Fondo Monetario Internacional proyecta que España cierre 2025 con un crecimiento del 2,5 %, más del doble que la media del euro. Las previsiones de Bruselas, el BCE y analistas privados coinciden en que el país se mantendrá en la senda positiva, impulsado por los fondos europeos y el tirón de sectores como la construcción, el turismo y los servicios.

No obstante, la contribución negativa del comercio exterior (‒0,1 puntos en el trimestre y ‒0,6 en tasa interanual) y las tensiones internacionales sugieren que el entorno global es menos favorable. El encarecimiento energético y la volatilidad financiera podrían frenar la inversión y las exportaciones en los próximos meses.

Un crecimiento con matices

Pese al optimismo de los grandes números, varios analistas advierten que el crecimiento no está llegando de forma equitativa a todos los territorios ni sectores. La presión inflacionaria sigue mermando la capacidad adquisitiva de las familias con rentas medias y bajas, y persisten la baja productividad y la elevada temporalidad laboral, especialmente en trabajos ligados al ciclo estival.

España avanza con paso firme, y Catalunya sigue siendo clave en ese impulso. Pero el reto ahora está en traducir esa mejora coyuntural en progreso sostenible, cohesión territorial y empleo de calidad a largo plazo. Los próximos trimestres serán cruciales para saber si estamos ante un cambio estructural o simplemente ante un verano estadísticamente exitoso.

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