“Tot anava bé fins ara”, un “thriller” escrito a cuatro manos entre en comisario de los mozos y un novelista
Las investigaciones desarrolladas sobre cierto caso por Joan Miquel Capell durante su actividad profesional en la policía autonómica han servido de inspiración para escribir con Andreu Marín una novela negra
Escribir a cuatro manos es toda una tradición en la actividad literaria. Y no solo entre hermanos, sino también entre personas sin ligazón familiar alguna y en ocasiones, ni siquiera profesional. Como es el caso del funcionario de la policía autonómica catalana, hoy comisario, Joan Miquel Capell, y el novelista Andreu Martín, autor de una larga lista de títulos de novela negra, género en los que se ha acreditado como conspicuo especialista.
Fruto de esta colaboración entre Capell y Martín es “Tot anava bé fins ara” (Editorial Clandestina), un “thriller” basado en cierto caso que el primero tuvo a su cargo hace más de treinta años cuanto recibió el encargo de investigar la muerte de un agente de su mismo cuerpo que fue considerada como un suicidio. Pero el hecho adquirió ramificaciones que cambiaron copernicanamente dicha perspectiva y ello ha dado pie para que, tomándolo como base, ambos autores fabularan con el fin de desarrollarlo en una obra de ficción pero con un fundamento que fue muy real. Y es que, como dijo Martín, “de hecho, todas las novelas se basan en mayor o menos medida en hechos reales que el escritor transforma en ficción”.
Capell, que ha escrito ya alguna otra obra bien a título individual o en colaboración con Martín, se ha propuesto contribuir a cambiar la imagen literaria del policía, que suele aparecer casi siempre como un personaje corrupto, cuando no venal, y casi siempre violento, rasgos que considera muy alejados de la realidad. Pretende, por tanto, que con obras como ésta el lector adquiera a una visión mucho más real del funcionamiento de los cuerpos de investigación y de sus agentes. Que además esto lo haga en colaboración con un autor como Martín que, si bien especializado en novela negra es ajeno a la actividad policial, permite ensamblar ambos estilos. De este modo el lenguaje policial, detallista en grado sumo, contribuye a dar verosimilitud a la trama, mientras que la intervención del escritor contribuye a aligerarlo y dotarle de vuelo narrativo.
Dos aportaciones distintas que se complementan muy armónicamente y que permiten entender actitudes y conductas. Como las de los confidentes, sobre cuya actividad relataron una anécdota. En cierta ocasión hubo que investigar una cuestión de narcotráfico y los agentes trataron de aproximarse a los allegados del sospechoso. Dieron con una vecina que era muy amiga de la mujer del interfecto al punto de que ésta llegó a confesarle la implicación de su marido en el narcotráfico. El caso es que la vecina le envidiaba secretamente por su alto nivel de vida, el cochazo que tenía, los lujos que se permitía el matrimonio y hasta la operación de pechos a la que ella se había sometido. Cuando la policía le tentó para que hiciera de confidente, accedió sin dudarlo con la única condición de que se le retribuyera adecuadamente… ¡para poder permitirse también ella esa misma operación de estética!
Hay también otros aspectos más ingratos, como es el índice de suicidios que se da entre los agentes de los diferentes cuerpos policiales. “La mayoría de ellos, utilizando su propia arma”, refiere Capell. Un inframundo que conoce bien quien ha trabajado en un cuerpo policial y que aporta credibilidad al quehacer literario compartido con un novelista al punto de que resulta “una experiencia -concluye Martín- enriquecedora y ello pese a que escribir a cuatro manos es mucho más difícil que hacerlo a dos”.
“Tot anava bé fins ara” es, según informó su editor, el nonagésimo quinto título de la colección de narrativa negra en catalán que publica Clandestina y que alcanzará en enero el centenar tras quince años de labor ininterrumpida.
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