Me siento orgullosa de vivir en este país

Lo que está sucediendo con el pueblo palestino no tiene justificación alguna, por mucho que el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, intente justificar lo injustificable, que no es otra cosa que el genocidio de este pueblo. 

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Las imágenes que cada día vemos varias veces son tan inhumanas que deberían hacer reaccionar más al mundo. No ocurre nada; los gobiernos de los países, algunos miran para otro lado, otros protestan, pero medidas reales, efectivas, justas, pocas. ¿Por qué no sancionan a Israel?

Las imágenes que nos muestran cada día los medios de comunicación, especialmente las de las distintas televisiones, son terribles. El ejército israelita, por orden de su gobierno (también porque ellos quieren), está disparando indiscriminadamente, especialmente a niños, mujeres y gente mayor: los más indefensos. En muchos casos, los disparos se llevan a cabo cuando van a recoger la miseria de comida que les proporcionan. Solo hay que ver lo famélicos que están. Recuerdan a los judíos en los campos de exterminio nazis. Los asesinatos perpetrados a niños, con balas en la cabeza, pecho o cara, son de una crueldad máxima en seres humanos. ¿Cómo es posible que lo hagan a sangre fría contra personas indefensas? ¿Se sentirán orgullosos de sus grandes gestas? ¿De verdad quieren imitar a los asesinos del ejército de Hitler?

Mientras vemos lo que ocurre en Palestina, el trato que reciben los ciudadanos palestinos de los soldados israelitas, nos llegan otras imágenes: la llegada de pateras, con cientos de personas, a las costas españolas, especialmente a Canarias, para buscar una vida mejor que les permita vivir, sí, pero con dignidad. Las imágenes son bien distintas, especialmente el trato que reciben por parte de la Guardia Civil, la Policía Nacional, Cruz Roja, ONG e incluso ciudadanos anónimos. Por supuesto, del Gobierno de Canarias por ser la comunidad a la que más llegan. Se pueden ver imágenes de policías con niños en brazos, recibiendo cariño, calor y atención. O personal de Cruz Roja dando biberón a un bebé hambriento y muerto de frío. No les dan tiros ni los matan por “invadir” el territorio. Son unas imágenes increíbles, de solidaridad, apoyo y cariño. Con el comportamiento de estas personas, que realizan un trabajo extraordinario que no lo paga un salario, sino que va más allá, debemos sentirnos orgullosos de vivir en un país como el nuestro, donde la solidaridad se puede ver en cada una de esas personas que ven en los llegados la desesperación, la angustia y las ganas de buscar una tierra de acogida que lo traten mejor

Si ponemos la imagen de la guerra en Palestina, la actitud de los soldados israelitas matando con saña a todas las personas que se les ponen a tiro, sin importarles nada, solo exterminarlos, junto con las de Canarias y el trato que reciben de las fuerzas de seguridad del Estado de España, es evidente que hay que sentirse orgullosos de esta labor impagable. Ellos, cuando terminan, se van a sus casas, pero no olvidan a esas personas necesitadas; nosotros nos acostamos, nos dan pena, pero seguimos con nuestras vidas diarias. Por eso es bueno reconocer la labor de estos colectivos: Policía, Guardia Civil, Cruz Roja, voluntarios y gobiernos sensibles que acogen a  personas que huyen de sus países de miseria, guerra, explotación. España, pese a lo que muchos digan, es un país solidario, que ayuda en los momentos difíciles: es un país de acogida, porque conoce perfectamente lo que es marcharse de su país para buscar una vida mejor; otros porque la guerra civil les obligó a irse. Latinoamérica conoce lo que es la emigración: millones de españoles fueron acogidos  allícomo hermanos 

He estado en Galicia unos días, y mi sorpresa ha sido cuando una buena parte de bares, restaurantes y comercios cuentan con emigrantes de Latinoamérica entre sus empleados, muchos. Una sorpresa muy agradable porque se está devolviendo la solidaridad con las personas de esos países que acogieron  en su día a los españoles . Algunas de estas personas son descendientes de gallegos: nietos, hijos, que han decidido venir a la tierra de sus antepasados. Es una magnífica noticia.

La Xunta de Galicia viene realizando una política de acercar cada año a los descendientes de gallegos de distintos países de Latinoamérica. Les ayuda a instalarse y que puedan iniciar una nueva vida aquí; lo están haciendo.

Lo mismo que cada año, la Xunta trae a un grupo de gallegos mayores (a gastos pagados), que no cuentan con recursos, algunos de los cuales no habían vuelto nunca a su tierra hasta ahora. Una acción de solidaridad que no debe olvidarse.

España es especial, sí, pero también es un país solidario del que debemos sentirnos orgullosos de vivir en él. Decía Mafalda: “Sí, ya sé, hay más problemólogos que solucionólogos, pero ¿qué vamos a hacerle?”. España es diferente, pero solidaria.

 

Carmen P. Flores

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