La Diada a través del tiempo: de la tradición a la movilización y de nuevo la Diada de toda la ciudadanía
Con el paso de los años, el carácter del 11 de septirembre ha cambiado de forma radical
Cada 11 de septiembre, Catalunya celebra la Diada, Fiesta Nacional de Catalunya que recuerda la caída de Barcelona en 1714 durante la Guerra de Sucesión, una fecha que ha servido históricamente para reivindicar la identidad catalana, celebrandola como una jornada festival y de participación. Sin embargo, la Diada ha evolucionado mucho más allá de la efeméride. Hoy funciona como un espejo del momento político del país. Y es que, después de años de movimientos multitudinarios, la jornada vive una etapa marcada por la normalización de una jornada para toda la ciudadanía, cosa que haceaños que no ocurría y tambien por la dispersión y la redefinición del movimiento soberanista tras el desencanto del próces
Antes del ‘procés’: institucional, cultural y minoría política
Durante décadas, la Diada fue principalmente institucional y cultural. Ofrendas florales al monumento de Rafael Casanova, conciertos en el Parc de la Ciutadella y discursos del president de la Generalitat marcaban el tono.Sin embargo, la realidad es que la Diada era una fiesta mucho más familiar y cultural, dedicada a Catalunya, también con reivindicaciones independentistas por parte de algunos sectores
2010: el punto de inflexión
La sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut de 2006 cambió el rumbo. Aunque la masiva manifestación del 10 de julio de 2010 no coincidió con la Diada, marcó un nuevo ciclo: el independentismo empezó a ocupar el centro del relato y marcó un crecimiento en el seguimiento del 11 de septiembre. En la Diada de ese año ya se observó un tono más político, con pancartas por el derecho a decidir y mayor presencia de entidades soberanistas.
2012–2015: auge del ‘procés’
Entre 2012 y 2015, la Diada se convirtió en epicentro del independentismo. Las cifras de participación se dispararon y los actos se internacionalizaron. Destacan la Via Catalana de 2013, una cadena humana de 400 km, y la “V” de 2014 en Barcelona, con avenidas formando la senyera humana. Cada evento estaba cuidadosamente coreografiado, con camisetas de colores y mensajes sincronizados. La Diada pasó de ser conmemoración a herramienta de presión política, alcanzando cifras históricas de hasta 1,8 millones de asistentes.
2016–2020: desgaste
Tras el referéndum del 1-O en 2017 y la aplicación del artículo 155, la movilización perdió intensidad. Entre 2018 y 2019, la asistencia se mantuvo entre 600.000 y 800.000 personas, pero sin la épica de años anteriores. La pandemia de 2020 obligó a cancelaciones masivas y actividades virtuales, consolidando un proceso de desmovilización.
2021–2025: fragmentación y nueva etapa política
La ruptura entre ERC y Junts, la amnistía como eje político y el PSC al frente de la Generalitat desde 2024 han marcado una Diada mucho menos ruidosa a nivel independentista. Las entidades soberanistas han optado por actos descentralizados en ciudades como Barcelona, Girona o Tortosa. Lo que ha hecho que la participación haya caído drásticamente: 115.000 en 2023 y 75.000 en 2024. Lo que demuestra que el independentismo sigue presente, pero fragmentado y sin un horizonte claro.
La Diada como termómetro político
Hoy, la Diada ya no funciona como demostración de fuerza. Representa una reivindicación persistente y simbólica, con menor capacidad de movilización masiva. Las nuevas generaciones muestran menor adhesión al proyecto independentista, mientras el PSC ha institucionalizado la la Diada trasformándola de nuevo en una jornada festival y para todos los ciudadanos de Catalunya
La evolución de la Diada refleja la transformación política catalana: de la institucionalidad a la insurrección simbólica, y de ahí a la normalidad. La Diada es un día importante que ha vuelto a ser una jornada de todos. El independentismo se enfrenta al reto de reinventarse,
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