Hasta el jueves 3 por la noche, tras escuchar su rueda de prensa tras la humillante derrota contra el Betis, no tenía claro si Galca era un técnico adecuado para el RCD Espanyol. Tras escuchar sus excusas de mal pagador creo que ya tardan en destituirle. No quiero a un entrenador que se esconde en los virus para justificar el mal juego de su equipo.
Si había futbolistas que estaban todavía afectados por el brote de gastroenteritis que afectó a media plantilla se juega con otros, aunque sean del juvenil. Pero si les alineas y los vistes de corto luego no puedes decir si te meten tres goles que la culpa es de la enfermedad. Es de lo más penoso que he visto en mi trayectoria como perico, y créanme que he sido testigo de situaciones muy patéticas en los veintinueve años que llevo de socio.
Galca es un síntoma de la enfermedad que aqueja el Espanyol: el caos y el desgobierno. No hay plan. No hay hoja de ruta. Estamos viviendo una transición con un nuevo dueño que está lejos, y que todavía no ha aterrizado con sus hombres de confianza con todas las de la ley y el viejo amo que aún no se ha ido del todo y sigue enredando. El técnico perico puede soltar excusas penosas porque tampoco hay nadie que le pueda marcar el ritmo.
No sé si Galca usará la gastroenteritis como excusa para futuras derrotas. Solo sé que ya lleva dos humillaciones de bulto en el RCDE Stadium, y hemos provocado dos fiestas de aupa en San Sebastián y Sevilla. Estamos rozando la zona de descenso y como no espabile y se preocupe no en encontrar justificaciones, sino en que la defensa no dé pena, los que acabaremos pillando cagarrinas no serán solo los jugadores. La grada está a punto de contagiarse…
Escribe tu comentario