La insoportable levedad de la realidad

Eva Gallego

Lletrada feminista de l'administració local especialitzada en dret de l'habitatge

Catalunyapress opievagallego8m23

 

Define la RAE el término levedad como “inconstancia de ánimo y ligereza en las cosas”. Aquello que es leve es ligero, o tal vez de poca importancia. Actualmente nuestra sociedad parece instalada en esta levedad. La realidad se antoja dura, fea, molesta, y por ello se tiende a interpretarla de forma simplista o a ignorarla o se opta por negarla. Ignorar la realidad supone no afrontar los retos que se nos plantean, interpretarla de forma superficial nos conduce a tomar decisiones únicamente cosméticas o reactivas, sin profundizar en las causas que la originan, pero negarla se torna la más peligrosa de las opciones. Da igual las medidas que se adopten para corregir sus efectos, si se niega que existe, no se aplicaran. Cuando la gente se instala en la negación, ésta se torna fe y los argumentos, los datos y las evidencias científicas no se tienen en cuenta porqué les aparta de su creencia.

 

Si se niega que existe violencia sobre la mujer, no es posible erradicarla. Desde la negación, dan igual las cifras, aunque se haya publicado que en España desde el 2003 se han contabilizado más de 1.192 feminicidios y que en el 2022 se dictaron 30.183 órdenes de protección, que hubo 3.056 dispositivos activos, que se presentaron 136.987 denuncias por violencia machista y que se hicieron 102.391 llamadas al 016. Si se niega la evidencia, estos datos dejan de ser indicadores, y no se puede observar que el hilo conductor de todos ellos es ejercer el poder, el control y el dominio sobre la mujer. 

 

Algo parecido ha ocurrido con la reciente ley de Libertad sexual, la conocida como “solo si es si”. Esta ley ha tenido graves efectos sobre las víctimas de este tipo de delitos. Según datos del Consejo General del Poder judicial publicados este 2 de marzo, por efecto de la aplicación de la reforma del código penal se ha rebajado la condena de 721 delincuentes sexuales y se han producido 74 excarcelaciones. Ahora bien, el ministerio de igualdad, encabezado por su ministra Irene Montero, continúa negando que no funciona adecuadamente y defiende la norma a capa y espada. Da igual, si en su defensa, ponen en duda la imparcialidad de los jueces y de las juezas tachándolos de machistas, o critican a los medios de comunicación que dan voz a las víctimas y los acusan de crear alarma, u omiten que antes de su aprobación ya se había advertido de la posible revisión de condenas. Todo vale para negar lo evidente, que la ley estaba mal redactada y planteada. Lo mismo pasará con la recién aprobada Ley para la Igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos LGTBI, más conocida como Ley trans. Esta ley va un paso más, y reconoce como derecho la autoidentificación de las personas, negando la realidad biológica y obligando al resto a reconocer su autopercepción bajo la amenaza de ser sancionado con una multa (entre 10.001 hasta 150.000 euros) o de ser acusado de delito de odio. Esta es mi realidad y si no me la validas te sanciono, viene a decir la norma. Aunque desde el feminismo radical, se haya elevado la voz contra esta ley y se hayan aportado argumentos, análisis, datos, evidencias de lo que ha ocurrido en otros países, el ministerio de igualdad no ha cambiado una coma de la norma y ha tirado adelante con ella, aunque ponga en riesgo los derechos de la mitad de la población. Cuando la prudencia y la espera se cuestionan y el acompañamiento psicológico a los menores se considera terapia de conversión, las unidades de transición se articulan únicamente para validar la autopercepción. Las consecuencias de la aplicación de esta norma van a ser desastrosas, y más vale que la sanidad pública empiece a prever en sus presupuestos el costo que las indemnizaciones a detransicionadores le van a acarrear. Cuando esto se produzca, no duden que el ministerio de igualdad negará que ya se había advertido del riesgo a un posible contagio social, lo que se conoce como disforia de inicio rápido , y achacará el problema a los menores y a sus familias, argumentando que no eran verdaderas personas trans.

 

Dicen los expertos, que no responder al negacionismo hace más daño que bien. El efecto de la negación se multiplica si no hay una réplica argumentada y fundamentada. Por eso, desde el feminismo se continuará aportando análisis, reflexión y debate sobre la realidad que vivimos las mujeres en el mundo, denunciando y proponiendo medidas para evitar la explotación sexual, reproductiva y laboral a la que muchas se ven sometidas. Porqué, aunque algunos se empeñen en negarlo, la realidad suele ser mucho menos leve para las mujeres.




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