Crisis en el Consell de la República de Puigdemont: 22 dimisiones por autoritarismo y falta de liderazgo
La entidad creada en Bélgica por Carles Puigdemont enfrenta una nueva crisis interna con acusaciones de autoritarismo y ausencia de liderazgo efectivo
El movimiento independentista catalán está mostrando un evidente desgaste y división que comienza a lastrar su capacidad de cohesión y estrategia política. En un episodio reciente que ilustra esta crisis, 22 representantes territoriales han presentado su dimisión conjunta del Consell de la República, la entidad creada por Carles Puigdemont en Bélgica tras el referéndum del 1-O. Los firmantes denuncian prácticas autoritarias, falta de transparencia y ausencia de liderazgo efectivo bajo la dirección de Jordi Domingo.
Los dimisionarios critican que, desde la llegada de Domingo hace cinco meses, el Consell ha perdido su esencia democrática y no ha logrado articular un plan político claro. Acusan además a la dirección de manipular procesos internos y de no rendir cuentas, tanto en lo económico como en la gestión general. Entre los firmantes figuran figuras conocidas como Carlota Canut, Blanca Serra, Toni Albà y Carles Casals, quienes insisten en que su salida responde a un compromiso ético y no a rencillas personales.
El Consell de la República, nacido en 2018 como un símbolo de la resistencia en el exilio, funciona actualmente como un órgano paralelo sin reconocimiento legal ni competencias reales. Desde sus inicios, ha sido cuestionado por su fuerte vinculación con Junts per Catalunya y ha enfrentado polémicas, como el caso de su exvicepresidente Toni Comín, salpicado por acusaciones de mala gestión y abuso de poder, que debilitaron su imagen y la del propio Consell.
Pero esta crisis no se limita al Consell. La Assemblea Nacional Catalana (ANC) también está inmersa en un momento complicado, con renuncias en su dirección y críticas internas que apuntan a una pérdida de rumbo. Su presidente, Lluís Llach, ha sido cuestionado por sectores que consideran que la ANC ha dejado de ser un motor independiente para convertirse en una extensión del establishment político, renunciando a la unilateralidad como estrategia y silenciando voces críticas.
En conjunto, estas tensiones internas y la pérdida de apoyo social evidencian que el independentismo catalán enfrenta un desafío crucial para redefinir su proyecto y renovar su capacidad de movilización.
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