Leo con interés y asombro Sangre, sudor y paz (Península), de Lorenzo Silva, Manuel Sánchez y Gonzalo Araluce. Siento vergüenza pero también gratitud. No es un libro neutral, pues está del lado de quienes combatieron a la banda etarra, terroristas con objetivos políticos y a la que las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado redujeron a la más absoluta inoperancia. Contiene historias que no se deben ignorar, y que "solo hoy y aquí se han recopilado, ordenadas y relacionadas". Se cuenta que Kubati, el asesino de Yoyes, le dijo lo siguiente a un policía: "¿Sabes?, he estado toda la tarde pensando y qué razón tenía quien os bautizó con el nombre de txakurras (perros), pues desde luego no hay sabuesos como vosotros, como la Guardia Civil; si encontráis la menor pista no os dais por satisfechos hasta no haberla explotado al límite".
Así, muchas familias pasaron de la ilusión y las ganas de vivir al llanto y al silencio, en apenas siete segundos. Víctimas de un daño que no puede ser restituido. Un acoso y una maldad que perdura aún hoy cuando se homenajea a criminales depravados. Envilecimiento social.
La banda pasó muchos años como antifranquista pero no lo fue propiamente: "No luchamos contra Franco. Luchamos contra España". Los autores de este libro resaltan que el régimen del 18 de julio no supo hacerles frente y que empleó métodos de guerra para tiempos de paz. Una represión incompetente y desmesurada colocó a ETA como "la personificación de la lucha antifranquista, inclinando a la población vasca de su lado". Además la policía tenía entonces una preparación escasa y sus medios eran muy ineficaces. En 1983, el Plan ZEN, del Gobierno de Felipe González, rotó en 180 grados aquel panorama. Vendrían grandes éxitos: Sokoa y Bidart, Y cayó el mito de la imbatibilidad etarra. Una GC de película, con un conocimiento casi completo del complejo logístico etarra, tras años de trabajo y eficacia; previendo hasta el último detalle en cada operación. La dirección etarra (“una partida de individuos ya instalados en la demencia y la irracionalidad”) no era ya capaz de imaginar el gran golpe que la GC planeaba contra ella. Respeto admirativo y homenaje democrático.
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